1) El futbol es solo un juego. Nada más. Pero el mundial llega en muy buen momento; como un respiro ante los ataques suicidas en Israel, el peligro de guerra atómica entre Pakistán y la India, y las amenazas de otros ataques terroristas. Goles y no bombas. Es un descanso mental (aunque la paz sea ilusoria).
2) Asientos vacíos. La Fifa -la máxima organización del futbol mundial- a veces es una vergüenza. Tuvo cuatro años para organizar la venta de boletos para el mundial de Corea y Japón y no lo pudieron hacer bien. Es injustificable tener asientos vacíos en un evento que podría estar sobrevendido con uno o dos años de anticipación. En la ceremonia de apertura, en Seúl, conté 12 asientos vacíos a mi izquierda y seis a mis espaldas. Quizás por eso, cuando le tocó hablar al cuestionado presidente de la Fifa, Joseph Blatter, le chiflaron hasta ahogar sus palabras. ¿O sería por las acusaciones de corrupción en su contra?
3) Futbol contra taekwondo. Las patadas en Corea del Sur no son futboleras. Ahí, la verdad, no percibí ningún ambiente de mundial. No es extraño. El deporte más popular en Corea del Sur es el taekwondo, no el futbol.
4) Las dos Coreas. La zona desmilitarizada que separa a Corea del Norte de la del Sur consiste en cuatro kilómetros de ancho y unos 250 de largo. Vi cercas eléctricas, minas y soldados, de ambos lados, encorvados por la cantidad de armas que cargan. Así ha sido desde que terminó la guerra (1950-53). Tras la caída del muro de Berlín, Corea es la única nación del mundo que está dividida. Lo curioso es que todas las encuestas de los últimos años indican que coreanos, del norte y del sur, quieren la reunificación. Son, sin embargo, los políticos que no saben cómo. Malos políticos; pobres coreanos.
5) Los reporteros de deportes son una raza aparte. Los malos comentaristas deportivos hablan del futbol como si se tratara de un asunto esotérico que ellos -y solo ellos- pueden interpretar para el resto de los laicos del futbol. Son fundamentalistas e insoportables. Los buenos comentaristas entienden que, al final de cuentas, el futbol es un asunto muy simple: 22 tipos intentando meter una pelota en dos portería. A ellos da gusto escucharlos. El futbol es el deporte más popular del mundo porque es el más sencillo y el más barato. Basta una pelota de plástico, una lata o un pedazo de papel para sentirse Pelé en el mundial del 70, Maradona en el 86, Zidanne en el 98 o Raúl en este 2002.
6) Corea es la capital mundial de las copias. Copian todo…y luego lo mejoran. Desde bolsas Prada y Gucci hasta helados Haagen-Dazs. Un Mercedes en Seúl vale tres veces más que en Estados Unidos, por los impuestos, pero un Eqqus
-que es el carro de lujo en Corea- vale solo una fracción de un auto alemán
7) Sopa de perro. Acompañe a dos amigos -una latinoamericana y un coreano- a un restaurante del centro de Seúl para que se comieran una sopita de perro. La ponen a hervir, con cebollitas, en una estufa portatil sobre la mesa y dicen que cura a los enfermos del pulmón y que da virilidad. Salvo mi amiga, había puros hombres en el restaurantes. “El pecho y el cuello es lo más rico”, nos dijo la experimentada chef. Yo pedí un pollo, despellejado y relleno de arroz. Al final de la cena, mi plato -con huesitos chupados y nervios esparcidos- se veía tan cruel y brutal como la cacerola de perro. Pensé, para justificarme, que no es lo mismo comerse un animal doméstico que una vaca, un cerdo o un pollo. Pero ahí, en ese instante, me dieron ganas de convertirme en vegetariano.
8) Ratings. El mundial de Francia lo vieron 33,400 millones de personas; es como si cada habitante del mundo hubiera visto cinco partidos. Se calcula que la final en Yokohama, Japón, será vista por dos mil millones de personas. O sea, 15 veces la audiencia del último superbowl de futbol americano.
9) Pocas mujeres. “En Corea los hombres pagan todo”, me dijo una mesera al entregarme la cuenta. Será, tal vez, porque hay pocas mujeres. La tecnología y los ultrasonidos han hecho más frecuentes los abortos de niñas en Corea del Sur, una sociedad que no quiere desechar su machismo. ¿Por qué? Porque las niñas no pasan a otra generación el apellido paterno y los hombres sí. ¿Las consecuencias? Que en una o dos décadas no habrá suficientes mujeres para todos los hombres coreanos en edad de casarse.
10) Kareoke globalizador. Entre los jóvenes coreanos hay la costumbre de ir a casas
-no bares- de kareoke para cantar con sus amigos (y no frente a desconocidos). Yo vi a varios grupos de adolescentes en el kareoke “Su” de la zona de Ap-gu-jung en Seúl imitar, en coreano, a Britney Spears y a Shakira. Los jóvenes coreanos me parecieron los más respetuosos -e inocentes- que he conocido en cualquier continente.
11) Nada es igual después del 11 de septiembre. En los últimos días mis zapatos tenis han sido revisados por máquinas de rayos X al hacer conexiones de vuelo en los aeropuertos de Miami, San Francisco, Chicago y Tokio. Entrar al estadio de Seúl para el partido inaugural entre Francia y Senegal requirió más de 20 minutos extras en revisiones de seguridad. Me toquetearon casi todo. Y el acceso al centro de prensa en la capital coreana fue un proceso que llevó varios meses de papeleo. Ya dentro, lo mejor fueron los masajes gratis frente a una pantalla gigante de televisión. Pero nada es igual.
12) En Corea del Sur solo viven 122 mexicanos. La mayoría son sacerdotes católicos en misiones evangélicas. Pero ahí yo me sentí como en casa. Los chiles, la jícamas y los elotes vinieron, sin duda, de México gracias al centenario comercio transpacífico.
13) Este es el mundial de los inmigrantes. Todas las selecciones europeas y la norteamericana están llenas de inmigrantes. Todas. Tanto que se quejan de los inmigrantes en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en Estados Unidos…pero a la hora de jugar futbol la cosa cambia. A ver si los tratan mejor cuando se acabe el mundial ¿no?