El mismo día en que la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, dijo en Guatemala “no vengan” a los centroamericanos, miles de ellos cruzaron ilegalmente la frontera de México hacia Estados Unidos.
“De esta no salimos”, le pronosticó Mercedes a su hijo Rodrigo. “No come y no se quiere levantar. Ya no es el mismo.” El escritor Gabriel García Márquez llevaba dos días en la cama por lo que más tarde se diagnosticó como una neumonía.
Para la hondureña Betty Mejía los presidentes Joe Biden y Donald Trump son lo mismo. Los dos la han deportado.
En México hablar de muertos -muchos muertos- se ha convertido en algo normal. Muertos por los feminicidios. Muertos por la violencia del narcotráfico.
No hay, para mí, fiestas más alegres que la de los colombianos. Más que la risa y el baile es esa manera de disfrutar el momento, como si no hubiera nada más.
La niña de 11 años vio el nombre del expresidente Donald Trump en la pantalla de mi computadora y se asustó. “¿Qué pasó con Trump?” me preguntó exaltada, como si de pronto se le hubiera aparecido un monstruo en una pesadilla.
Ciudad de México. Esta es la crónica de un abrazo. Debido a la pandemia, llevaba más de un año sin ver a mi mamá. Desde marzo del año pasado no había venido a México.
Dos datos: el cantante más buscado del planeta en internet el año pasado fue Bad Bunny y su album YHLQMDLG fue el más bajado. En cualquier idioma.
¿Qué habría pasado si el asesinato de George Floyd no hubiera sido grabado en video? Nada. No hubiera pasado nada.
Es una de las cosas más estúpidas y peligrosas que he hecho en mi vida. En diciembre del 2001 me fui de vacaciones a Afganistán.