Está solo. Es un niño perdido en la frontera, en una zona desértica del sur de Texas. Tiene 10 años de edad y es de Nicaragua, según varios medios.
NIÑOS DE LA FRONTERA

Está solo. Es un niño perdido en la frontera, en una zona desértica del sur de Texas. Tiene 10 años de edad y es de Nicaragua, según varios medios.
La frontera entre México y Estados Unidos “es una cicatriz que sangra”. Así la describió en 1997 el escritor mexicano Carlos Fuentes.
Después de cada masacre en Estados Unidos -y tenemos muchas y muy seguidas- hemos aprendido un doloroso ritual de la muerte.
Todos tenemos una historia -o cientos- que contar en esta pandemia. La mía termina, felizmente, con una vacuna de Moderna en mi hombro derecho.
En honor de Nevenka, valiente pionera cuando nadie escuchaba. Luisa Antonia. Cristina. Susana. Odalys. Larissa. Dulce. Jarid. Los nombres de algunas de las las víctimas de feminicidio en México estaban sobre la valla metálica que protegía el Palacio Nacional, donde duerme y trabaja el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Las pandemias pasan. El racismo no. Y cuando un presidente como Donald Trump acusa injustamente a un grupo o a una nación por la actual epidemia de Covid-19, las consecuencias pueden ser discriminación y violencia. O más.
Patria Y Vida. Así se llama la canción que ha puesto a la defensiva a la dictadura cubana y que la ha obligado a reaccionar públicamente.
¡Qué cambio! Cuando despertamos, particularmente los que vivimos en Estados Unidos, ya no tenemos que brincar o estar pendientes por el último tuit, insulto, ataque, locura o mentira de Donald Trump.
Sálvese quien pueda. Esa es la estrategia que ha adoptado la mayoría de los países en el mundo respecto a las vacunas que actualmente están disponibles.
Eran las cinco de la mañana del 20 de enero del 2021 y Joe Biden y Kamala Harris todavía no tomaban posesión como presidente y vicepresidenta de Estados Unidos.