Miami.
Angel fue discriminado desde el primer segundo de su vida. Sólo por ser hispano, sólo porque su papá y su mamá son mexicanos sin permiso de trabajo en los Estados Unidos. O por lo menos eso es lo que piensan sus padres.
Angel –de acuerdo con el cálculo de sus padres- nació en la ciudad de Nueva York justo a las 12 de la madrugada del primero de enero del año 2000. Es decir, sería el primer niño del “milenio” en Estados Unidos. Sus padres fueron supuestamente informados por una funcionaria del hospital Lincoln de Nueva York de que Angel había sido el primer bebé del año. Bertha, la madre, recuerda: “nos habían dicho que había premios, que había dinero”. Además de eso, ellos esperaban una visita del alcalde neoyorquino Rudolph Giuliani para felicitarlos públicamente. Pero, luego, algo pasó.
Lo que pasó es que en el hospital se dieron cuenta que Gabriel y Bertha Barrientos, los padres de Angel, son inmigrantes indocumentados provenientes de México. Gabriel me contó que tras la emoción inicial de saber que Angel era el “primer niño del milenio” en norteamérica, la actitud de los médicos, enfermeras y funcionarios del hospital Lincoln cambió cuando se enteraron que él y su esposa entraron ilegalmente a los Estados Unidos.
Angel no recibió dinero ni regalos ni la visita del alcalde Giuliani. A Gabriel y a Bertha nadie les dijo que su hijo ya no era el primero del año. Desde la perspectiva de sus padres, Angel pasó de ser el “primer niño del milenio” en los Estados Unidos a ser un niño olvidado e ignorado. “Esto que nos hicieron, yo lo entiendo como racismo o discriminación”, me dijo Gabriel por teléfono.
Tanto él como su esposa Bertha están convencidos que Angel nació justo al entrar el año 2000. Y como prueba -además de haber estado con reloj en mano en el quirófano- tienen el brazalete de plástico que se le puso al niño en la muñeca y que dice (según me leyó Gabriel): “1/1/2000 time of birth 12 am”.
La versión del Hospital Lincoln es muy distinta. Nydia Negrón, directora de Relaciones Públicas del hospital, me asegura que Angel no nació a las doce en punto, sino 12 segundos después de la medianoche. Esto convertiría a Angel en el tercer bebé en nacer en los Estados Unidos en el año 2000. No en el primero. (Rebekah, una niña nacida un segundo después de las 12 es considerada, oficialmente, la primera del 2000. El alcalde de Nueva York sí fue a visitar a Rebekah y a su madre, Yunhee Yi, a un hospital de Long Island. La familia de Rebekah recibirá unos 25 mil dólares en regalos.)
Además, Nydia Negrón asegura que “en ningún momento se les dijo (a los Barrientos) que su bebé era el primero del año”. Y cuando le pregunté si Angel no había sido considerado el primer bebé del año porque sus padres eran indocumentados, ella contestó: “no es cierto; nosotros apoyamos a los inmigrantes independientemente de su situación migratoria”.
El hospital está difundiendo la versión de que no hizo publicidad sobre el nacimiento de Angel porque “tenemos que respetar el derecho a la privacidad”. Según la oficina de Relaciones Públicas del hospital, fue la madre –Bertha- la que pidió que no se anunciará públicamente el nacimiento de Angel para evitarles problemas con el Servicio de Inmigración. El niño es estadounidense, por nacimiento, pero los padres podrían ser deportados. Sin embargo, ambos padres me dijeron algo totalmente diferente a lo que difundió el hospital.
“No temo nada”, me dijo Gabriel, el padre. Y el tono de la madre fue idéntico. El reconocimiento de ser el primero del año “es algo que a él le corresponde”, me confió Bertha. De hecho, ambos aparecieron en televisión nacional en los Estados Unidos denunciando lo que ellos consideran como una injusticia por parte del centro médico. Eso, generalmente, no lo hace quién tiene miedo de ser deportado.
Alguien no está diciendo toda la verdad. Como quiera que sea, el caso seguramente acabará en el olvido. Hay muchas cosas que jamás sabremos. Por ejemplo, ¿en qué momento se determinó el nacimiento del niño Angel y la niña Rebekah; cuando se vio la cabeza o los pies? ¿quién apuntó la hora exacta? ¿en qué reloj se midió?
En el fondo, éste caso no tiene nada que ver con quién nació primero. El caso de Angel tiene que ver con la percepción de que los hispanos –y particularmente los inmigrantes indocumentados- todavía son discriminados en los Estados Unidos por su apellido, por el idioma que hablan o por su situación migratoria. Tal vez Angel no fue el primer bebé del año. Quizás. Pero sus padres no se merecen el trato que recibieron. Primero, lleno de esperanzas. Y luego, de casi total indiferencia. Me pregunto si se hubiera tratado igual a la familia de un bebé güerito (rubio), con ojos claros, piel blanca, de apellido Miller o Johnson, y con suficiente dinero para contratar abogados.
A pesar del mal rato que han pasado, Gabriel y Bertha no se arrepienten de nada. Ambos cruzaron a pie la frontera del estado mexicano de Chihuahua a Arizona. “Estuvo muy difícil la cruzada porque nos hicieron caminar mucho tiempo”, me dijo ella. “Fue muy feo; lo mas duro fue caminar”. Se tardaron seis días en llegar, sanos y salvos, al lado norteamericano. No me quisieron decir cuánto le pagaron al coyote que los ayudó a cruzar. Una vez en Arizona, tomaron un avión y se fueron a Nueva York donde Gabriel consiguió un trabajo de mesero en un restaurante de mariscos. “Este es el mejor lugar para forjarme un futuro”, me dijo él.
Bertha, de 24 años, es de Michoacán y Angel, de 22, es oriundo de Veracruz. Los dos, sin embargo, vivían en la provincia mexicana una existencia con pocas promesas. Por eso, cuando Bertha salió embarazada, decidieron lanzarse al norte. De hecho, Bertha cruzó la frontera cuando tenía dos meses de embarazo. ¿Te arrepientes de haberte ido de México?, le pregunté a Bertha. “Para nada”, me contestó. “Aquí (en Estados Unidos) está el porvenir de nuestro niño”.
El comienzo de Angel, no cabe duda, estuvo lleno de piedritas.
Posdata peruana. Los partidos de oposición peruano seguramente no leen los periódicos mexicanos; acaban de cometer el mismo error que el PRD y el PAN en México . En lugar de unir sus fuerzas para escoger a un sólo candidato que se enfrente al mandatario Alberto Fujimori en las elecciones presidenciales del 9 de abril, se lanzarán cada uno por su cuenta y es muy probable que pierdan. Propuesta: los opositores mexicanos y peruanos deberían formar un nuevo club de cabezas duras y egos inflados.