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AS 11 LECCIONES DE LAS ELECCIONES

George W. Bush está a punto de tomar posesión como presidente de los Estados Unidos. Pero independientemente de la controversia en torno a la forma en que fue escogido, ya hay por lo menos 11 lecciones de las pasadas elecciones. Son estas:

No hay que confiar tanto en las encuestas.

Casi todos los periodistas nos quemamos en las pasadas elecciones por confiar más en las encuestas que en los resultados. Grave error. No solo estaban equivocadas las encuestas que aseguraban que Bush iba a ganar el voto popular, sino que cometimos un vergonzoso error al pronosticar prematuramente como presidente al candidato republicano la madrugada del miercoles ocho de noviembre.

La política se cuela donde la dejan.

La elección del siete de noviembre fue decidida en la práctica por jueces, no por los votantes. Y los jueces de la Corte Suprema de Justicia, contrario a lo que supone su puesto, tomaron partido. Los cinco conservadores estuvieron a favor de detener el conteo -¿acaso no querían saber quién obtuvo más votos? ¿no tenían un poquito de curiosidad?- mientras que los cuatro más liberales hubieran deseado que siguiera adelante el recuento.

Todo cuenta en una elección.

El descubrimiento de que Bush había sido detenido por manejar borracho en 1976 a sólo cuatro días de las elecciones sí tuvo un efecto negativo en su campaña. La ligera ventaja que llevaba sobre Gore desapareció el martes siete. En una elección tan cerrada todo cuenta; desde los errores de juventud de Bush hasta las exageraciones del vicepresidente Gore.

Las elecciones son también un referendum sobre el presidente en turno.

Por más que intentó Al Gore de alejarse del presidente Bill Clinton, al final no lo logró. Millones de norteamericanos no votaron por Bush sino en contra de la administración Clinton-Gore, tanto por el escándalo sexual con Mónica Lewinski como por el incidente con el niño cubano Elian Gonzalez.
Elian González afectó el voto final en la Florida.

En 1996 Bill Clinton ganó el condado de Miami-Dade con una ventaja de 117 mil votos. En cambio, Gore sólo lo hizo con una ventaja de 39 mil votos en éstas elecciones. ¿A dónde se fueron esos votos que Clinton obtuvo y Gore perdió? Se fueron con George W. Bush. Bush obtuvo 60 mil votos más de cubanoamericanos en la Florida que Bob Dole en 1996, según un análisis del diario The New York Times. Remember Elian se convirtió en un grito de guerra ya que la mayoría de los cubanoamericanos no le perdonaron a la administración Clinton-Gore la forma en que sacó a Elian de la casa de sus tíos en la Pequeña Habana.

Ralph Nader fue el aguafiestas de los demócratas.

Otra persona que también le arrancó miles de votos a Gore en la Florida fue el candidato del partido Verde, Ralph Nader. Si Nader hubiera renunciado a su candidatura, como muchos demócratas le rogaron, Gore se hubiera podido declarar presidente electo de los Estados Unidos el martes siete a las siete de la noche. Nader le aguó la fiesta a los demócratas.

El aumentó en el voto hispano no significó mas congresistas pero sí más representación.
Este año se registraron un millón más de votantes latinos que en 1996. Hubo 7 millones 700 mil votantes hispanos registrados. Sin embargo, el número de congresistas de origen latinoamericano se mantuvo fijo en 19 en la Cámara de Representantes. Entonces ¿todo fué inutil? Desde luego que no. Cada vez los hispanos tienen más representación a nivel local y estatal. Ahora, en la Asamblea estatal de California uno de cada cuatro asambleístas es hispano.

Los puertorriqueños de la isla deben exigir que los dejen votar en elecciones presidenciales; es su derecho.

Es increíblemente injusto que los puertorriqueños no puedan votar por la persona que más va a afectar su destino político. Dos millones 400 mil puertorriqueños en la isla no pudieron votar por el presidente que influirá enormemente en el siempre presente debate sobre el estatus político de Puerto Rico y sobre la incomodísima presencia de la Marina en Vieques.

Hillary Clinton es la demócrata más influyente del país.

Les guste o no, Hillary Clinton -con su contundente triunfo sobre el republicano Rick Lazio- se convirtió en la demócrata más importante de Estados Unidos. E independientemente del futuro político de Al Gore, a nadie debería sorprenderle que la senadora Hillary Clinton se lance en el 2004 a la presidencia.
La democracia norteamericana aguanta cualquier cosa.

Los que quieren ver en las complicaciones para escoger al próximo presidente un señal de debilidad política de Estados Unidos se equivocan. La nación no se congeló -económica o socialmente- mientras se buscaba a un nuevo inquilino para la Casa Blanca, aún cuando el presidente en turno, Bill Clinton, andaba de gira por Brunei, Vietnam e Irlanda.

Cada voto es importante.

Alrededor de 105 millones de norteamericanos votaron en las pasadas elecciones. Pero 100 millones que tenían la posibilidad de hacerlo -y que estaban registrados para votar- se abstuvieron. Esos 100 millones se deben estar dando palos en la cabeza. Y ojalá las duela. Su voto -el de sus familiares, amigos y compañeros de trabajo- hubiera podido decidir ésta elección. Así de cerrada estuvo la cosa. De cualquiera manera, éstas elecciones han sido una extraordinaria lección de civismo, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. Porque si algo hemos aprendido de todo ésto es que sólo se necesitan algunos votos bien colocados para darle vuelta a la tortilla y amarrar el poder.

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