Por Maria Antonieta Collins
Desde Miami / Entrevista publicada en El Sol de México, Octubre del 2002
POR SALUD mental evito que me suceda, pero anoche me pasó. Anoche me atacó la nostalgia por México.. o mejor dicho, la nostalgia por el México que hace más de veinte años dejé atrás. Como son todas las cosas que tienen que ver con los sentimientos, esta vez me tomó por sorpresa cuando menos y donde menos lo esperaba. El periodista Jorge Ramos presentaba su último libro “Atravesando Fronteras” y lo hacía ante un nutrido grupo en Miami. Mientras Ramos explicaba a una cosmopolita audiencia formada por latinos llegados de todos lados, unos cuantos mexicanos -los menos- porque no hay muchos por estos lugares, pudimos echar a volar la imaginación ante lo descriptivo de su plática.
Mientras la mayoría reía ante un chiste, por el contrario yo pensaba en todo aquello que decía Jorge Ramos que recordaba las tardes de lluvia en la capital mexicana, el olor a yerba mojada en el aire, el sabor de los tacos, del aguacate, el gusto por los camarones… ¿Camarones?… ¿Acaso son diferentes de los que venden aquí? ¡Sí! Camarones con un sabor quizá de tercer mundo pero que recuerda aquellos tiempos cuando en la familia de clase media había dinero para poder pagar una comida con ellos como platillo principal.
Cruzando fronteras me hizo vivir una realidad: quienes salimos de México nos hemos llevado la mejor parte de aquel pastel… Es un México que únicamente queda en el recuerdo. Donde no había secuestros, donde se iba a las variedades en los centros nocturnos y en los restaurantes sin que nadie algún día imaginara que a esos sitios entrarían bandas organizadas a robar a la clientela.
Aquel México maravilloso de la Zona Rosa descrita una y mil veces por el maestro Monsivais. El de las trufas de chocolate de la panadería la Marquesa de Polanco, el de las mansiones extraordinarias de los ricos de Las Lomas. De las “tampiqueñas” inventadas en Loredo, de las enfrijoladas de “La Flor de Lis”.
El de los conciertos de Serrat, Alberto Cortés y Mocedades. El que hizo ídolo a Olga Guillot, el de las obras de teatro de Manolo Fabregas.
Un México que anoche Jorge Ramos me hizo recordarle las obras de teatro de Manolo Fabregas.
Un México que anoche Jorge Ramos me hizo recordar.
Atravesando Fronteras me hizo recordar que sigo siendo un inmigrante a pesar de todo. Me hizo recordar que después de vivir más de veinte años en este país y de adaptarme a sus costumbres, y de amarlo y de tratar de entenderlo, como la canción, en realidad a veces no sé si soy de aquí o soy de allá.
¿Y entonces? -me dice mi hija Adrianna- Entonces, nada. Prefiero que ese México se quede así en mis recuerdos.
Soy más feliz que otros que le critican, porque yo sí lo conocí y lo viví, y por lo menos sé que gracias a libros como “Atravesando Fronteras” estoy cierta en algo: Los diez millones de mexicanos que vivimos en los Estados Unidos, al leerlo sabremos que a pesar de la distancia, México va a estar siempre con nosotros donde quiera que estemos.