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CALIFORNIA ES EL FUTURO

Los Angeles.

Me encanta venir a ésta ciudad porque es como meterse en una máquina del tiempo…hacia el futuro. Para imaginarse el mañana no es necesario leer una bolita mágica ni la “Tercera Ola” de Alvin Toffler. Basta con echarle una ojeada a las calles de California.

California se reinventa todos los días. Y como va California va el resto de los Estados Unidos. California es, posiblemente, el estado mas dinámico del país. Las nuevas ideas no asustan a los californianos. Son parte de su cultura. Y es aquí, también, dónde podemos encontrar un retrato de cómo se verán los Estados Unidos el próximo milenio.

California se acaba de convertir en el primer estado norteamericano donde los blancos (no hispanos) ya no son mayoría. Es decir, California es hoy en día un estado lleno de minorías. Y esto tiene enormes repercusiones, particularmente por la manera en que grupos tan distintos –blancos, negros, latinos y asiáticos- van a tener que convivir y compartir el poder.

Vamos a los números. De acuerdo con la Oficina del Censo de los Estados Unidos actualmente en California no hay ninguna raza o grupo étnico que sea mayoritario. Los blancos no alcanzan el 50 por ciento de la población, los hispanos constituyen el 31 por ciento, los asiáticos el 12 y los negros o afroamericanos un siete por ciento. Estos son, desde luego, cálculos. Pero en verdad no hay mucho desacuerdo. El propio gobierno del estado de California, a través de su Departamento de Finanzas, considera que éstos porcentajes en la población se van a alcanzar para el verano del 2000.

El cambio es dramático. En 1970 ocho de cada 10 californianos eran blancos. Hoy son otra minoría mas. Y conforme disminuye el número de blancos aumenta el de hispanos. No es de extrañar, pues, que los blancos se estén quejando tanto y que de vez en cuando den sus patadas de ahogado con leyes y críticas injustas a la población latina. Por ejemplo, si hubiera entrado en efecto la fatídica proposición 187 -aprobada por los votantes pero rechazada en las cortes por inconstitucional- miles (o quizás millones) de inmigrantes no tendrían acceso a servicios médicos y sus hijos no podrían ir a escuelas públicas.

El cambio que está viviendo California tiene dos razones fundamentales: una, la constante migración internacional que proviene del sur de la frontera; y dos, que las familias hispanas tienden a tener mas hijos que los otros grupos étnicos. A algunos blancos y negros y asiáticos puede no gustarles ésta situación, pero no hay nada que puedan hacer al respecto. Sólo adaptarse y aprender a convivir. (Bueno, para algunos ésta no era una opción atractiva y se fueron a otros estados, particularmente durante la recesión a principios de los 90).

Desde luego, es mas fácil promover la tolerancia –de boca para afuera- que vivirla. La violencia y las tensiones étnicas son cosas de todos los días. Basta mencionar los sangrientos conflictos entre pandillas. También es difícil que pase un día sin escuchar que alguien está denunciando un caso de discriminación. Se oye de todo: de blancos discriminando a hispanos, afroamericanos y asiáticos, pero no faltan los casos de blancos que se sienten echados a un lado. Recuerdo el caso de un supervisor blanco que quería sancionar a sus empleados sólo porque hablaban español entre ellos.

A pesar de lo anterior, la violencia no es la constante aquí. California es un experimento en marcha y las tensiones surgen por las diferencias y contrastes. Hay mas mexicanos que en cualquier otro lugar fuera de la ciudad de México. Hay mas salvadoreños que en cualquier otro lugar fuera de San Salvador. Hay mas guatemaltecos que en cualquier otro lugar fuera de ciudad de Guatemala. Esto mismo se podría decir de muchos grupos mas.

A veces, en menos de dos minutos manejando, puedo pasar frente a una taquería, seguida por un restaurante coreano, otro de pollos y un lugar de sushi, para luego sentir como se cuela por las ventanas el inequívoco olor de unas hamburguesas en la parrilla. Los Angeles huele al mundo. Es la sociedad multicultural por excelencia. Tiene, sí, todas las mezclas latinoamericanas que gozan ciudades como Miami, Chicago y San Antonio, pero con la ventaja de tener una enorme influencia asiática por obvias razones geográficas; es el primer punto de entrada de inmigrantes provenientes de Japón, Tailandia, Corea del Sur, China, Taiwán, etc.

El tejido social de California es multicolor. Desde lejos se ve hermoso. Pero de cerca el reto consiste en evitar que se atoren los hilos y que predomine un color sobre otro. En una breve conversación antes de su muerte, el poeta y escritor mexicano Octavio Paz me comentaba que “Estados Unidos es un país multirracial y un país multicultural” y que ese es, precisamente, “el gran reto histórico de los Estados Unidos”. De acuerdo con su argumento, la idea del melting pot -en la que todos los grupos étnicos acabarían por asimilarse- fracasó porque excluyo a minorías, como la negra y mexicana.

Hoy, mas que hablar de los Estados Unidos como una sociedad parecida a una sopa gigantesca (sin diferencias muy claras entre sus elementos), la tendencia es comparar a la nación con una ensalada en la que cada uno de los grupos mantiene sus características, a pesar de compartir el mismo espacio. Hace poco tuve la oportunidad de visitar una escuela primaria y me llamó la atención que en el pizarrón había una enorme ensalada. La clase era de ciencias sociales y el nombre de la ensalada: Estados Unidos.

Los niños estadounidenses ya lo están entendiendo –porque lo viven todos los días en los salones de clase- pero muchos adultos norteamericanos no acaban de comprender que su país está dejando de ser blanco. No entienden que si se vieran al espejo con detenimiento y sin prejuicios, encontrarían rasgos de mestizaje, no de pureza étnica.

En otras palabras, ser norteamericano es ser multicultural, multiétnico, multirracial. California es el futuro de los Estados Unidos. En el próximo siglo, Estados Unidos será una nación de minorías, será como hoy es California. Y para irse acostumbrado al futuro, basta caminar por un ratito -con mente, narices y ojos bien abiertos- por cualquiera de las calles de ésta ciudad.

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