Estados Unidos está metido en dos guerras que no sabe cómo ganar. No es que le falte el poderío, el dinero o la determinación para hacerlo. No. Pero el problema es que ni el presidente George W. Bush, ni el candidato demócrata, John Kerry, han definido claramente cómo se gana la guerra contra el terrorismo y cómo se gana la guerra en Irak.
Todo es cuestión de definiciones. Cuando el presidente Bush dijo en una entrevista con la cadena NBC que él no pensaba que se podía ganar la guerra contra el terrorismo –“I don’t think you can win it”, aseguró en inglés- mostró una candidez poco común en la política. Y es cierto.
Es prácticamente imposible ganarle la guerra al terrorismo. Mientras haya un solo individuo que esté dispuesto a sacrificar su vida en un acto terrorista, estamos condenados a vivir en la inseguridad. La explosión de dos aviones comerciales cerca de Moscú y la trágica toma de varios niños como rehenes en una escuela en Rusia demuestra lo vulnerables que somos. Ningún país, ni Estados Unidos, tiene los recursos para proteger del terrorismo a todos los niños de todas sus escuelas.
Por eso es importante que Bush y Kerry definan cómo se le gana la guerra al terrorismo. Si para ellos su definición de victoria significa, sencillamente, que ya no habrá más actos terroristas dentro de Estados Unidos (como el del 11 de septiembre del 2001), entonces que nos lo digan. Quizás piensen que ganarle la guerra al terrorismo implique que ya no haya ataques a embajadas norteamericanas y a ciudadanos estadounidenses en el extranjero. O, tal vez, ganarle la guerra al terrorismo exija la captura de Osama bin Laden, el líder de la red terrorista Al Kaeda.
Pero cualquiera que sea su definición, debemos saberla. Esa será la única manera de saber si estamos ganando o perdiendo la guerra contra el terrorismo. No es posible cantar victoria si antes no sabemos cuál es el objetivo final.
En la guerra contra Irak también faltan definiciones. Estados Unidos capturó al dictador iraquí, Saddam Hussein, pero todavía no ha ganado la guerra. Hasta el momento han muerto cerca de mil soldados norteamericanos en Irak y la lista sigue creciendo.
¿En qué momento se puede declarar una victoria en la guerra en Irak? El objetivo no está claro. ¿Se declara victoria en Irak cuando dejen de morir soldados norteamericanos o cuando se retiren todas las tropas extranjeras del país? ¿Se declara victoria cuando Irak sea, por fin, una democracia y haya elecciones o cuando Saddam Hussein sea declarado culpable de crímenes contra la humanidad? ¿Se declara victoria cuando la violencia deje de marcar la vida diaria de los iraquíes?
No queda la menor duda que el mundo está mejor sin Saddam Hussein en el poder y con Osama bin Laden escondido en las montañas entre Pakistán y Afganistán. Pero el arresto de Saddam y la huida de Osama no definen la victoria. Los norteamericanos se siguen sintiendo amenazados dentro y fuera de su país.
La falta de definiciones genera ansiedad e inconformidad. Y eso queda reflejado en las encuestas. Una reciente (hecha por el diario USA Today/CNN/Gallup) indica que el 54 por ciento de los norteamericanos cree que fue un error enviar tropas a Irak y el 55 por ciento no cree que la guerra en Irak ha hecho más seguro a Estados Unidos ante posibles actos terroristas. Estas cifras hablan de malestar y descontento.
Esta es una época marcada por la incertidumbre. Por eso, el próximo presidente de Estados Unidos será aquel que logre transmitirles a los votantes un cierto sentido de seguridad. No es extraño, pues, que los Republicanos se hayan pasado toda la convención en Nueva York diciendo que su candidato (Bush) es el más fuerte y confiable. De la misma manera, los Demócratas quieren dejar muy claro que su candidato (Kerry) es el duro y que, contrario a George W. Bush, el sí tuvo el valor de pelear en la guerra de Vietnam.
¿Quién nos hace sentir más seguros? Esa es la pregunta clave en este 2004. Pocos se preguntan si estamos mejor hoy que hace cuatro años. Quizás porque ya sabemos que en varias areas no lo estamos; la propia Oficina del Censo se ha encargado de decirnos que hoy existen más pobres (36 millones) y más gente sin seguro médico (45 millones) que hace cuatro años.
El triunfo en las elecciones del 2 de noviembre será del candidato que pueda definir claramente cómo se gana la guerra contra el terrorismo y cómo se gana la guerra en Irak. Y eso será lo fácil…porque luego habrá que ganarlas.
Posdata de vientos huracanados. Los habitantes de la Florida nos pasamos tres días esperando al gigantesco y desesperadamente leeento huracán Frances. Hubo momentos en que avanzó a solo cinco millas por hora; una persona normal puede caminar más rápido que eso. El huracán Frances fue como un desconocido que se presenta en tu casa, sin anunciarse, y luego ya no se quiere ir. Esperé a Frances, como todos, viendo por la televisión a un ejército de reporteros que se los llevaba el viento y a pronosticadores del tiempo que, al final de cuentas, no sabían exactamente qué iba a pasar. Nuestras casas eran unos hoyos negros; tormenteras y maderas cubrían puertas y ventanas. Frances aullaba afuera mientras nosotros aullabamos adentro por el aburrimiento y la falta de luz natural. Ya llevamos ocho tormentas en el último mes y me deprime pensar que no hemos llegado, siquiera, a la mitad de la temporada de huracanes…