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CUANDO UN PAIS SE ENFERMA

Prohibido enfermarse. Esta frase define a los 46 millones de personas en Estados Unidos que, inexplicablemente, no tienen seguro médico. Y si se enferman, tienen tres opciones: se mueren, se endeudan o, con suerte, son atendidos en alguna sala de emergencia.
Es verdaderamente inexplicable que el país más rico y poderoso de la historia no provea un seguro médico a todos sus habitantes. Las grandes naciones son aquellas que cuidan, no a los más ricos, sino a los más vulnerables. Y Estados Unidos peca al olvidarse de ellos. La “mano invisible” del capitalismo no los ha tocado.
Por eso el presidente Barack Obama quiere un nuevo sistema de salud. Demócratas y Republicanos dicen que ellos, también, quieren un nuevo sistema de salud. Pero no entiendo como los congresistas se fueron de vacaciones casi un mes sin resolver un problema que llevamos arrastrando varias décadas. Supongo que los políticos son iguales en todos lados.
Mientras tanto, nos da tiempo de entender qué enferma al país. Si comparamos el sistema médico de Estados Unidos con el de otras naciones desarrolladas en el mundo, vemos que aquí nos falta mucho.
Mientras que Suiza, Holanda, Alemania, Inglaterra, Francia y Japón aseguran a todos sus ciudadanos y residentes legales, Estados Unidos no cubre a uno de cada seis de sus habitantes, según un reporte hecho por National Public Radio.
La expectativa de vida en todos esos países es superior a la de Estados Unidos

–donde esperamos vivir 78 años. Pero lo irónico es que los norteamericanos pagan mucho más por su incompleto e injusto cuidado médico (6,402 dólares por persona por año) que los japoneses ($ 2,358), los ingleses ($ 2,723) o los franceses ($3,374), por mencionar a solo tres países que sí cubren los gastos médicos de todos.

¿Cómo explicar que Estados Unidos no cubre a millones de personas y que, a pesar de esto, paga mucho más en servicios médicos que cualquier otra nación desarrollada del mundo? La respuesta es sencilla: el sistema no funciona.
Las compañías privadas de seguros dejan a muchos sin cobertura, por tener condiciones médicas pre-existentes. Si no tienes trabajo, es casi imposible pagar por un seguro privado. Doctores y hospitales piensan, sobre todo, en sus pacientes y en su supervivencia económica, no en mejorar el sistema. Las empresas farmacéuticas comparten su deseo de crear nuevas medicinas con el de ganar mucho dinero. Y aunque el gobierno cubre a los más pobres (Medicaid), a los mayores de 65 años (Medicare) y a los veteranos de guerra, millones se quedan sin protección. El sistema no funciona.
El presidente Obama está proponiendo una “opción pública” que cubra a los 46 millones que hoy no tienen seguro médico. Pero su propuesta se enfrenta a los que dicen que eso “socializaría” la medicina y a los que no quieren que el gobierno se endeude más con otro gigantesco programa social. Los congresistas y la Casa Blanca tienen todo el mes de agosto y principios de septiembre para encontrar una solución.
En lo que la encuentran, Estados Unidos se enferma. Uno de cada cuatro norteamericanos sufre de obesidad, según cifras del Centro para el Control de las Enfermedades. Y hasta en los niños menores de 5 años la obesidad ha aumentado del 5 por ciento en 1976 al 12 por ciento ahora. Ahí está el resultado de tantas hamburguesas, pizzas, hot dogs, sodas y comida chatarra. Esta es una epidemia que sugiere un futuro de diabetes, cáncer y ataques cardíacos.
Eso no es todo. La población norteamericana envejece rápidamente. Hay 78 millones de baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) que se van a retirar en los próximos años, según cálculos de la Oficina del Censo. Y casi todos ellos van a necesitar cuidados médicos. ¿Qué pasa si no están asegurados? ¿Quién va a pagar por ellos? Al gobierno no le va a alcanzar el dinero.
Es decir, no se trata únicamente de que un nuevo sistema de salud cubra a todos los que vivimos en Estados Unidos. Se trata, también, de que sea un sistema eficiente que tenga como prioridad la salud de los habitantes de este país y no las ganancias para las aseguradoras, farmacéuticas, hospitales y doctores.
Estados Unidos, hay que reconocerlo, tiene algunos de los mejores doctores e investigadores del mundo y tecnología de punta. A mi padre le salvaron la vida tras un masivo derrame cerebral en la extraordinaria Clínica Mayo. Y el hijo de un amigo sobrevivió de un cáncer casi inoperable gracias a las maravillosas manos del doctor Alfredo Quiñones del hospital de la universidad Johns Hopkins.
Como estas, lo sé, hay miles de historias. Pero se trata que todos en Estados Unidos tengan acceso al mejor cuidado médico y no solo aquellos que lo pueden pagar o que tuvieron la suerte de un buen seguro. Mientras, el país sigue enfermo.

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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