Nueva York.
Otra vez, el gobierno de Estados Unidos fue tomado por sorpresa y otra vez se equivocó en la respuesta. Con Katrina se han repetido los errores que ocurrieron con Osama.
Osama bin Laden y la agrupación terrorista Al Kaeda mataron el 11 de septiembre del 2001 a casi 3,000 personas mientras el gobierno se enteraba por televisión de lo que estaba ocurriendo en Nueva York, Washington y Pensylvania. Esta vez no fue Osama sino el huracán Katrina quien agarró totalmente desprevenida a la administración del presidente George W. Bush con otra enorme pérdida de vidas. En ambos casos se falló terriblemente en la prevención y en ambos casos se falló también en la reacción.
Unos días después del cuarto aniversario de los actos terroristas del 2001 estaba caminando muy cerca de donde alguna vez se erguían imponentes las torres gemelas del World Trade Center en el downtown de Manhattan. Desde un puente peatonal podía ver perfectamente el inmenso hoyo que ha quedado. Es imposible no sentir escalofríos. Como periodista nunca he estado en un lugar donde haya muerto tanta gente. Y mientras veía a los lejos a cientos de trabajadores tratando de poner cierto orden al caos que ahí se vivió, surgió inevitablemente la pregunta: ¿se pudo haber evitado todo esto?
La respuesta es sí. Lo ocurrido el 11 de septiembre sí se pudo haber evitado. Pero no le hicieron caso a todas las señales de alerta antes de que se estrellaran esos cuatro aviones. En 1998, de acuerdo con un informe reciente de las comisiones de inteligencia del senado y de la cámara de representantes, las agencias de inteligencia reportaron su preocupación sobre “un plan de ataque de Bin Laden que involucraría a aviones en las áreas de Washington y Nueva York”. ¿Y qué se hizo con esa información? Nada, absolutamente nada.
Ni la oficina del FBI en Nueva York ni la Administración Federal de Aviación (FAA) tomaron medidas de emergencia al recibir esa advertencia. Incluso un mes antes de los ataques del 2001, de acuerdo con el mismo reporte congresional, la CIA le envió otro mensaje a la FAA sobre un posible secuestro o “acto de sabotaje en contra de una aerolínea comercial”. De nuevo, nadie hizo nada.
Ante esta información es fácil entender porque muchas de las familias de las víctimas del 9/11 sienten que su gobierno las traicionó y les falló. Alguien, en alguna oficina, no hizo bien su trabajo. Alguien ahogó entre sus papeles información vital. Alguien dejó en sus archivos digitales un e-mail que pudo haber evitado la tragedia.
Lo mismo sienten muchos sobrevivientes del huracán Katrina; que su gobierno no estuvo a la altura de las circunstancias y que por eso hubo tantos muertos. Nadie puede decir que no hubo advertencias sobre el peligro de Katrina. La internet esta repleta de información que alertaba de la catástrofe por venir.
Un reporte de CNN.com, por poner un ejemplo, unas horas antes de que Katrina entrara a tierra el lunes 29 de agosto, cita a “meteorólogos que predicen un aumento del nivel del mar de hasta 28 pies de altura cuando los diques más altos de la ciudad de Nueva Orleans apenas tienen 18 pies de altura.” El mismo reporte incluye las declaraciones del director del Centro Nacional de Huracanes, Max Mayflied, quien describió la tormenta como “tan grande y tan poderosa…que ningún pronóstico es bueno”. Pregunta: ¿acaso nadie en el gobierno entra a la internet o ve televisión y escucha la radio?
Cientos de advertencias estaban ahí pero ni la agencia encargada de casos de desastre (FEMA), ni el ejército, ni la misma Casa Blanca se prepararon correctamente para un huracán de la magnitud de Katrina. Y si fallaron en la preparación, la respuesta luego de la catástrofe demostró también una enorme incompetencia. Los terribles resultados están a la vista y yo fue testigo de muchos errores en Alabama y Mississippi. Miles de damnificados no recibieron durante días ningún tipo de ayuda de emergencia. Las críticas al gobierno del presidente Bush coinciden con la caída en su popularidad; solo el 41 por ciento de los norteamericanos, según una encuesta del diario The New York Times, aprueba su trabajo. Es el nivel más bajo de toda su presidencia.
La mediocre respuesta tras el paso del huracán Katrina tiene su paralelismo con lo ocurrido luego del 11 de septiembre del 2001. En lugar de haber puesto todos los recursos
militares de la nación para capturar al responsable de los actos terroristas –Osama bin Laden- Estados Unidos inició una guerra contra un país, Irak, y contra un dictador, Saddam Hussein, que no tuvieron absolutamente nada que ver con los ataques. Es decir, tanto con Katrina como con Osama, la respuesta del gobierno fue la equivocada y estuvo plagada de errores.
Osama sigue vivo y células de su organización terrorista siguen matando civiles en Madrid, Londres y Bagdad. Y con Katrina muchas vidas se perdieron en los estados del golfo de México por una respuesta gubernamental tardía e ineficiente.
Las catástrofes causadas por Osama y por Katrina obligan a tres terribles conclusiones. La primera es que las muertes del 11 de septiembre del 2001 y la mayoría de las ocasionadas por Katrina sí se pudieron haber evitado si se hubiera puesto atención en las innumerables señales de advertencia. La segunda es que catástrofes de esta magnitud requieren respuestas sabias, no solo heroicas, por parte de sus líderes políticos y eso no ocurrió en ambos casos. Y la tercera, y esta es la más grave, es que en caso de otra tragedia natural o de otro ataque terrorista, no estamos preparados para el reto.
En cuatro años, de Osama a Katrina, no hemos aprendido la lección.