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EL AMIGO DEL DICTADOR

El gobierno del presidente George W. Bush es amigo del dictador de Paquistán. Y no solo eso. Lo apoya públicamente y desde el año 2001 le ha dado 10 mil millones de dólares. ¿Cómo cayó en este hoyo un país que aún tiene como política el promover la democracia en el mundo?

Cuando el general Pervez Musharraf declaró estado de emergencia hace unos días, cerró televisoras y periódicos, arrestó a disidentes políticos y reprimió manifestaciones de opositores, dejó a un lado la farsa de que quería llevar a su país hacia un sistema democrático. No más mentiras: Paquistán es una dictadura, Musharraf se quiere atornillar en el poder y Estados Unidos sigue siendo su aliado.

¿Por qué? Por la sencilla razón de que Estados Unidos necesita a Paquistán como aliado en la lucha contra el terrorismo. Sin la ayuda de Paquistán sería casi imposible luchar contra Al Kaeda en Afganistán y en las fronterizas zonas tribales donde algunos suponen que aún se esconde Osama bin Laden.

Lo que pasa es que este abierto apoyo a una dictadura pone en una terrible contradicción a la política exterior de Estados Unidos. Les cuento.

El 20 de enero del 2005, en su segunda toma de posesión, el presidente Bush dijo que “la política de Estados Unidos es buscar y apoyar el desarrollo de movimientos e instituciones democráticas en todas las naciones y culturas, con el propósito de terminar la tiranía en nuestro mundo.” Si esto es cierto, entonces ¿por qué Estados Unidos apoya y defiende a dictaduras como la de China y Paquistán?

Se lo pregunté al senador Mel Martínez, quien es miembro del Comité de Servicios Armados. “Paquistán es un gran aliado en la guerra contra el terrorismo”, me dijo en una entrevista, antes que Musharraf se afianzara en el poder. “Los intereses de esta nación se sirven al tener una alianza con Paquistán, quien es un fiel aliado. Hay muchos presos que Paquistán ha podido capturar, que son miembros de Al Kaeda.”

La relación con la dictadura china tiene otras justificaciones. “Tenemos una relación comercial muy estrecha (con China)”, me dijo el senador Martinez, y esto “le conviene a Estados Unidos.” Muy pocas veces funcionarios del gobierno norteamericano se refieren a los disidentes políticos presos chinos y a la falta de libertad de expresión. El énfasis es que China y Estados Unidos son los dos mercados más grandes del mundo. No en la falta de democracia en China.

Las incosistencias de la política exterior de Estados Unidos respecto a las dictaduras se resaltan cuando metemos a Cuba. ¿Por qué Estados Unidos tiene relaciones, y muy estrechas, con las dictaduras en China y Paquistán, y no con la cubana, que queda a solo 90 millas de sus costas?

En el caso cubano, Estados Unidos insiste en mantener el embargo desde hace más de cuatro décadas y en no aceptar a un dictador por otro, como dijo hace poco el presidente Bush, en referencia a la transferencia de poder del convaleciente Fidel Castro a su hermano Raúl. Es decir, el gobierno norteamericano acepta y promueve relaciones con dictadores como como Musharraf en Paquistán y Hu Jintao en China pero no con Raúl y Fidel en Cuba.

¿Por qué? Cuando Bill Clinton era presidente me dijo que eso se explicaba, en parte, por el derribo de las avionetas de la agrupación Hermanos al Rescate por parte de aviones de combate de Cuba en febrero de 1996. Cuatro personas murieron. Pero hoy hay otras explicaciones.

“Cuba no es (un aliado de Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo)”, me dijo el senador Martínez, quien también forma parte de un grupo congresional que busca la democracia en la isla. “Al contrario; Cuba usa sus facultades de inteligencia (y espionaje) y comparte esta información con enemigos de esta nación, como lo fue Irak bajo Saddam Hussein o como lo es Irán hoy en día.”

¿Por qué Estados Unidos apoya a unas dictaduras y a otras no? La política exterior norteamericana requiere urgentemente de una clarificación. ¿Se puede ser aliado de una dictadura si esta ayuda a Estados Unidos a capturar terroristas? ¿O si le conviene a Estados Unidos comercialmente?

Una nación puede escoger hablar con sus enemigos o no hablar con ellos. Pero se hace mucho daño cuando está indecisa ante el mundo.

Bush dijo en el 2005 que “todos los que viven en una tiranía y la desesperanza ya lo saben: Estados Unidos no va a ignorar su opresión o justificar a sus opresores. Cuando ustedes defienden la libertad, nosotros vamos a estar junto a ustedes.” Sin embargo, en las recientes protestas en Paquistán, Estados Unidos reafirmó su apoyo al dictador y no a quienes se oponen a su régimen. Es una terrible inconsistencia.

Pregúntenle a los paquistaníes si ellos creen que Estados Unidos apoya la democracia y ya verán qué les dicen. La incomodiad y molestia con esta incoherencia no ha pasado desapercibida.

“Es peligroso enfrentar a una dictadura militar, pero más peligroso es no hacerlo”, escribió en una editorial en el diario The New York Times, la exprimera ministra de Paquistán, Benazir Bhutto, una de las principales líderes de la oposición. “Ha llegado el momento en que las democracias occidentales tienen que demostrar con sus acciones, y no solo con sus palabras, de qué lado están”.

Ojalá alguien esté escuchando en Washington.

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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