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EL COMPLEJO DE COWBOY

Miami

A los norteamericanos les encanta la imagen -el mito- del cowboy que entra a un pueblo hostil montado a caballo y que somete a los malos, él solito, gracias a su valentía, astucia y rapidez para manejar el revolver. Esta imagen se repite, no solo en los westerns de Hollywood, sino en los periódicos y noticieros de este tercer milenio.

Nunca falta el día en que nos enteramos que Estados Unidos actuó solo en alguna crisis internacional y sin el apoyo de otros países del mundo. Por eso acusan frecuentemente al gobierno estadounidense de ser unilateralista. Las críticas vienen sobre todo de la Unión Europea -que experimenta exitosamente con la noción de actuar en conjunto y en consenso- y de los países menos desarrollados en Africa, Asia y América Latina cuando el gigante del norte impone su voluntad.

Actualmente hay al menos tres temas en los que Estados Unidos ha actuado como el cowboy de la película y que tiene echando humo al resto del mundo:

1) El primero es la negativa norteamericana a apoyar la recientemente creada Corte Penal Internacional; la excusa es que no quieren que sus soldados en misiones internacionales, como en Bosnia, sean acusados injustamente de violación a los derechos humanos. La realidad es que a Estados Unidos nunca le ha gustado que la ONU se meta con su soberanía y, menos aún, con su ejército.

2) El segundo tema es la triste decisión norteamericana de no firmar el Protocolo de Kyoto; un plan internacional para reducir las emisiones tóxicas al medio ambiente. Imperfecto, es cierto, pero es el único que existe.

3) Y el tercer motivo de discordia y enojo son los subsidios multimillonarios que Estados Unidos otorga a sus productores de granos y otros alimentos; esa competencia desleal repercute negativamente en la subsistencia de millones de familias campesinas alrededor del orbe.

Hay más ejemplos pero no me quiero alargar innecesariamente. Ya entienden el punto. Estados Unidos, cuando le conviene, actúa solo. Como un vaquero del viejo oeste. Es el complejo de cowboy.

Lo que pasa es que los norteamericanos están acostumbrados a tomar muchas decisiones unilaterales…y luego que el mundo se atienda a las consecuencias. Sobre todo, tras el fin de la guerra fría, Estados Unidos se siente y actúa como la única superpotencia del planeta. Le ganó la batalla a los soviéticos y demostró que era su sistema -y no el comunismo- el que podía exportarse al resto del orbe. Los imperios romano, británico u otomano nunca tuvieron el alcance de la actual hegemonía norteamericana.

Dinesh D’Souza, en un extraordinario y controversial libro, argumenta que la interacción de tres factores -ciencia, democracia y capitalismo- ha producido la riqueza y fortaleza de la civilización occidental y, en particular, de Estados Unidos. Pero va más allá. En el libro What’s so Great About America (traducido como Las Virtudes de la Prosperidad), D’Souza identifica el elemento que ha hecho de Estados Unidos una nación única en el mundo: la autodeterminación de cada uno de sus habitantes.

“En Estados Unidos tú puedes escribir el guión de tu propia vida”, asegura D’Souza, un inmigrante hindú que trabajó como analista político durante la presidencia de Ronald Reagan. “La noción de que uno es el arquitecto de su propio destino es una idea increíblemente poderosa y que está detrás del atractivo que tiene Estados Unidos en el mundo”.

En otras palabras, en Estados Unidos uno puede reinventarse: un obrero muerto de hambre en América Latina puede convertirse aquí en el dueño de casa, coche y un pequeño negocio; un desempleado en Africa puede terminar dirigiendo una corporación multinacional; una mujer, obligada a casarse en la India o Afganistán con el hombre que su familia deseé, puede escoger aquí con plena libertad vivir en amasiato con el amor de su vida; un niño de escasos recursos y, en la práctica, huérfano de padre -como Bill Clinton- puede ir a las mejores universidades (como Harvard y Oxford) y convertirse en presidente de la nación. Aquí, parece, casi todo es posible. ¿Qué otro país puede decir lo mismo? Esa es la tesis de D’Souza.

Este es un país de inmigrantes y de descendientes de inmigrantes donde todos vivimos en carne propia o conocemos a alguien que empezó desde abajo y triunfó en el mundo de los negocios, la política, la ciencia, las artes o el espectáculo. Y esa convicción de que uno, solo, puede rehacer su vida y salir adelante es la esencia del complejo de cowboy y de este país.

Lo mejor -y lo peor- de Estados Unidos está en esa actitud de llanero solitario.

Ha creado, sí, la nación más rica y poderosa de la historia en solo 226 años. Pero en la arrogancia de creer que esta manera de actuar -unilateral, aislada, sin buscar consensos- es la única válida en un mundo tan complejo como el nuestro está, sin duda, su mayor debilidad.

Ojalá que el cowboy esté bien agarrado al caballo.

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