Estados Unidos debería estar agradecido por todas las contribuciones económicas de los inmigrantes, tanto de los legales como de los indocumentados. Y solo por eso (y por razones humanitarias y de seguridad nacional) el congreso debería legalizar a los 12 millones de indocumentados que ya viven aquí. Sería una forma de decir: gracias.
Pero como hay poco sentimientalismo en el actual debate migratorio en el congreso norteamericano, entonces déjenme darles las cifras que tengo donde se mide la enorme constribución de los inmigrantes.
La Casa Blanca calcula que si se aprueba una nueva ley de inmigración, el gobierno tendrá una ganancia neta de más de 25 mil millones de dólares en los próximos 10 años. Es decir, las contribuciones de los nuevos inmigrantes legalizados por el pago de impuestos y de multas sería mucho mayor que los gastos por trámites y servicios médicos, entre otros. (El cálculo fue hecho independientemente por el Congressional Budget Office, un organismo no partidista.)
O sea, sería un negociazo para este país legalizar a los indocumentados. Pero eso no es todo.
Estados Unidos necesita más inmigrantes. No lo digo yo. Lo dijo Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal (o el Banco Central) de Estados Unidos, según reportó la agencia Reuters en octubre del año pasado.
Ante el creciente número de norteamericanos que se acercan a la edad de retiro, es necesario aumentar el número de inmigrantes, que tienden a ser más jóvenes, para contrarrestar los efectos negativos en la economía. Bernanke calculó que Estados Unidos necesitará 3 millones y medio de inmigrantes al año para enfrentar el problema del envejecimiento de su fuerza laboral -muchos más de los casi dos millones que entrar legal e ilegalmente al país anualmente.
Más allá de las cifras, los inmigrantes indocumentados pagan impuestos, crean trabajos, toman los empleos que los norteamericanos no quieren, cosechan nuestros alimentos, construyen las casas y edificios donde vivimos, reemplazan a los jubilados, suministran una mano de obra constante, industrias completas dependen de ellos y mantienen baja la inflación. ¿Qué más quieren?
Me parece de una enorme hipocresía por parte de alguno políticos el criticar a los indocumentados y proponer su deportación masiva cuando, al mismo tiempo, se benefician de su trabajo. Incluso los líderes más racistas y antiinmigrantes se aprovechan, directa o indirectamente, de estos trabajadores extranjeros. ¿Quién quiere pagar tres, cuatro, cinco dólares por un tomate o una naranja? ¿Alguien está dispuesto a pagar dos o tres veces más de renta o por la hipoteca de su casa?
Si bien el argumento de otorgar una legalización por razones familiares y humanitarias tiene poco peso en el actual debate, el argumento de seguridad nacional tiene más posibilidades de moverse en un congreso post 9/11.
En las actuales redadas de inmigración se está arrestando, en su mayoría, a empleados de fábricas, sin un pasado delictivo, cuyo único pecado es haber cruzado ilegalmente la frontera. ¿No sería más productivo que un gobierno cuya prioridad es la lucha contra el terrorismo concentrara sus fuerzas, en cambio, contra verdaderos criminales?
Una legalización le permitiría saber a Estados Unidos quienes son esos 12 millones que, por el momento, no tienen nombre ni apellido en sus listas oficiales. Además, un programa de trabajadores extranjeros, permanente no temporal, permitiría que medio millón de personas entrara cada año a Estados Unidos legalmente y no saltando bardas, por túneles, nadando el río Bravo/Grande o violando sus visas de turistas. Si de todas formas van a venir, por la pobreza y el hambre en el sur del continente, ¿por qué no ser pragmáticos y darles un permiso de trabajo? Aquí, como hemos visto, los necesitan.
Una cifra más. Desde que yo recuerdo hay un eterno debate sobre si los inmigrantes contribuyen más de lo que toman de Estados Unidos. Hay montones de estudios. Pero el más respetado fue realizado por la Academia de Ciencias de Estados Unidos hace 10 años.
“Los inmigrantes (legales e indocumentados) pudieran estar añadiendo hasta 10 mil millones al año a la economía”1, dijo entonces el economista James P. Smith de la Corporación Rand y encargado de supervisar el estudio.
Y esta fue la conclusión final: “Los cálculos de largo plazo indican que, a nivel nacional, la mayoría de los nuevos inmigrantes y sus descendientes van a añadir más a los cofres del gobierno de lo que recibirán a lo largo de sus vidas”2. Este estudio fue publicado en 1997 y, seguramente, las contribuciones de los inmigrantes son hoy en día mucho mayores.
Al final de cuentas lo único que quisiera decirles a los senadores y congresistas
-que tienen en sus manos las distintas propuestas de ley de inmigración- es que cuando piensen en legalizar a los indocumentados, no lo hagan por ellos –aunque se lo merecen- sino por el interés económico de Estados Unidos. Es un gran negocio tener tantos inmigrantes…y una tristeza que muy pocos lo sepan.