Por: SARAH MORENO
Jorge Ramos: “Nadie nunca está solo”
El tiempo elástico y abarcador de la ficción es ese dominio mágico en que Jorge Ramos puede reunir a su padre fallecido hace 13 años con su hijo nacido hace 10.
”Es el único lugar en que puedo juntarlos a los dos”, dice el escritor y presentador del Noticiero Univisión sobre su noveno libro, y el primero de ficción, un cuento infantil titulado Me parezco tanto a mi mamá/Me parezco tanto a mi papá, que vio la luz ayer en Estados Unidos publicado por la editorial HarperCollins Publishers.
Para la sencilla historia, destinada a niños de tres a ocho años, Ramos se inspiró en una conversación que sostuvo con Isabel Allende poco después del fallecimiento de su hija Paula y de la muerte de su propio padre.
”Isabel me dijo que las personas que verdaderamente queremos nunca mueren, porque las repetimos en nuestros gestos y movimientos; las llevamos escondidas en nuestro cuerpo y nuestra cara, y siempre viven con nosotros”, recuerda Ramos de lo dicho entonces por la escritora chilena.
A partir de ese momento, Ramos empezó a buscar en sí mismo todas las características físicas y de carácter, gustos y rutinas que compartía con su padre. ”El estómago y las pantorrillas, la forma de bostezar, la manera en que le hablo de sexo a mi hija en el auto, cuando ella no puede escapar –igual que él lo hacía conmigo–, la mala costumbre de escuchar la música a todo volumen mientras manejo, capturar moscas en pleno vuelo o no irme a dormir sin antes tomar un vaso de chocolate”, enumera Ramos.
El ejercicio de reconocimiento, que en un principio buscaba aliviar el duelo por la pérdida, terminó por convertirse en motivo de alegría cada vez que descubría algo suyo y a la vez heredado de su padre en su propio hijo Nicolás. La nariz puntiaguda es uno de esos rasgos que se repite en las tres generaciones Ramos y que el escritor también adjudicó a sus personajes de ficción.
El padre y el hijo de Me parezco tanto a mi papá comparten además su afición por el fútbol, igual que Ramos y Nicolás. ”Antes, todos los sábados por la mañana él me acompañaba al fútbol. Ahora es al revés, él va a jugar y yo lo acompaño”, cuenta Ramos.
El formato del libro, con bellas ilustraciones de Akemi Gutiérrez, permite su lectura de cuatro formas: en español y en inglés, para niñas y para niños. Una vez que se llega al final de la parte dedicada al padre y al niño, se voltea el libro y se comienza la historia de la niña y la mamá, quienes comparten, entre otras cosas, el color de los ojos: verde.
Un personaje, sin embargo, se repite en las dos historias, un perrito que lo mismo baila con la niña, que acompaña al niño en sus ”viajes” al Espacio. ”De niño siempre quise tener un perro, pero éramos tantos: cuatro hombres y una mujer, que lo menos que pensaba era en comprarme un perro. Ahora me lo puedo inventar; es lo que más quería y no pude tener”, confiesa Ramos.
Además de un libro ”cool y moderno”, que incluyera una propuesta de juego, Ramos siempre quiso que fuera “forzosamente bilingüe”.
”Quería también promover el bilingüismo en Estados Unidos”, dice Ramos, que ha defendido esta causa en muchos de sus trabajos periodísticos. ”Me sigue pareciendo increíble que haya gente que crea que hablar un idioma es mejor que hablar dos”, añade.
Como comunicador, su principal objetivo era que su mensaje llegara bien claro a los niños: ”Nunca nadie está solo” porque los padres nos acompañan en rasgos y facciones. Frente al espejo, observando su rostro, los niños descubren a sus antepasados.
Esta es una idea muy espiritual y muy mexicana, también recalca: ”Los muertos nunca mueren. En México, el Día de los Muertos les llevamos comida y escuchamos música, como si estuvieran vivos”, dice notando que el libro rescata esa tradición.