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EN EL TREN CON GEORGE W. BUSH

Entrevista con el candidato presidencial del partido republicano

En un tren entre Oxnard y Ventura, California. George W. Bush me parecía muy relajado para ser alguien que tenía que en sus manos la vida de un hombre. Estaba haciendo varias paradas de su campaña electoral en California montado en un tren y reía y saludaba a cuanto posible votante se le parara enfrente. Estuve junto a él durante varios minutos en el cabus del tren. Chiflaba. Alzaba los brazos. Gritaba y a veces se desbarataba en carcajadas. Se movía con la ligereza de un quinceañero. No parecía un hombre que cargaba el peso de quien toma decisiones de vida o muerte. Pero así era.

En doce horas un hombre sería ejecutado en la prisión de Huntsville, Texas, y George W. Bush ni se inmutaba. El tenía la autoridad de posponer por 30 días la ejecución de Oliver David Cruz; un criminal convicto por violar y matar a una joven de 24 años en San Antonio. La brutalidad con que se realizó el crimen estaba probada. Pero el abogado de Cruz insistía que su cliente era retardado mental y que en una de las pruebas para medir su inteligencia había sacado 63 puntos de IQ. Cualquier medida por debajo de 70 punto de IQ es considerado retraso mental. Bush, sin embargo, no estaba dispuesto a posponer su ejecución.

“Estoy confiado de que él es culpable”, me dijo el gobernador de Texas. “Tuvo pleno acceso a todas las cortes para determinar si era o no retrasado mental.” Punto.

Next.

George W. Bush quería hablar de cambio, no de ejecutados. Bush quería hablar sobre la nueva cara del partido republicano. Bush quería decir que la época del exgobernador de California, Pete Wilson -cuya proposición 187 estuvo a punto de quitarle escuelas y servicios médicos a niños indocumentados- y del comentarista ultraderechista, Pat Buchanan -que llamaba “José” a todos los hispanos- quedó atrás.

Y en parte tenía razón. Nunca antes se habían visto tantas caras hispanas y escuchado tantas voces latinas en una convención del partido republicano como en Filadelfia (julio 31 al 3 de agosto), donde Bush fue designado oficialmente como candidato presidencial. Ahí el asambleísta de California, Abel Maldonado, pronunció un discurso totalmente en español. Ahí el cantante cubanoamericano, Jon Secada, bailó salsa. Ahí el ídolo mexicano, Vicente Fernandez, fue invitado a entonar “Cielito Lindo”.

Me senté a platicar con George W. Bush, largo y tendido, en un lujoso y moderno carro del tren de Amtrack. Todo estaba listo: Coca-cola con mucho hielo; le gusta morderlo. Corbata roja, ni fu ni fa. Camisa blanca sobre un estómago que amenaza con hacer un montecito. Traje gris. Barba de mediodía en quien se tuvo que rasurar antes del amanecer. Canoso pero con pelo. Ojos vivarachos, nariz aguileña, lengua rápida y afilada. 53 años bien cumplidos. ¿Actitud? Tranquilo, optimista; si las elecciones presidenciales fueran éste verano y no el siete de noviembre, George W. Bush sería el próximo mandatario norteamericano.

Hablamos mucho en inglés, un poquito en español y muy mal en espanglish. Las traducciones son mías salvo en las itálicas donde él se expresa en español. Conversamos sobre inmigración, México, Cuba, Colombia y Clinton.

Pero comenzamos hablando de su sobrino de 24 años, George P. Bush -el hijo del gobernador de la Florida, Jeb Bush, y la mexicana Columba- quien dice haber sido discriminado sólo por su origen hispano y por ser moreno.

Ramos. Estoy sorprendido de saber que su sobrino George P. Bush siente que ha sido discriminado. Me dijo en una entrevista que le han llamado wetback (espalda mojada/indocumentado) y tar baby (bebé de brea) ¿Usted sabía ésto?

Bush. No. Es una lástima. Es importante que todas las personas que viven en éste país reciban respeto. Hay gente que es prejuiciada y eso es triste. Eso es muy triste. Y es particularmente triste cuando alguien en tu propia familia -el sobrino del próximo presidente de los Estados Unidos- es insultado. Esa es una razón para tratar de ser presidente y para decirle a la gente que rechacen los prejuicios raciales. Estoy muy triste por esto.

Ramos. Y si ésto le pasa a un Bush, muchos hispanos están diciendo…

Bush. Me lo imagino. Le puede pasar a un Gonzalez y a un Rodríguez y a un Torres. Y eso no está bien. Y esa es una razón para escoger a gente buena en el gobierno. Tú sabes que el gobierno no puede cambiar el corazón de la gente, pero los líderes políticos si pueden tomar una posición y rechazar el racismo. Esta actitud es parte del partido Republicano; el partido del futuro, no el partido del pasado.

Ramos. Pero muchos recuerdan (a republicanos racistas) como el gobernador Pete Wilson.

Bush. Sí.

Ramos. Muchos recuerdan a Pat Buchanan.

Bush. Sí. Ellos han tenido palabras muy feas para las personas hispanas y las palabras de Jorge Bush son diferentes. Yo dice (sic) que el sueño (americano) es para todos…

Ramos. Nunca había visto tantas caras hispanas y escuchado tantas voces latinas en el escenario de una convención republicana. Pero en cuanto al número de delegados las cosas fueron muy distintas. De los 2066 delegados sólo 73 eran hispanos.

Bush. Tenemos mucho trabajo por hacer…No hemos hecho un buen trabajo atrayendo a los hispanos al partido republicano, pero estamos empezando. Solo porque hay muy pocos delegados no significa que no nos importa. Lo que es importante es mi corazón y mis intenciones. No hay duda que el partido democrata es el partido de los mexicoamericanos. Así ha ocurrido en Texas, también. Pero eso está cambiando porque tienen un gobernador republicano que se preocupa por ellos.

Ramos. En la pasada Convención Nacional Republicana mucha gente los criticó (por presentar tantos oradores y cantantes hispanos). Unos dijeron que era un baile de máscaras, de disfraces. Y el presidente Clinton dijo que era un “lindo paquete” que nunca sería abierto.

Bush. “El presidente es muy preocupado con mí ” (sic)

Ramos. ¿Por qué?

Bush. Porque él piensa que voy a ganar. Por eso.

Ramos. ¿Clinton cree que usted va a ganar?

Bush. Pienso que sí. Si no ¿por qué está hablando de mí? Así que creo que está preocupado.

Ramos. Muchos analistas ven la designación de Joseph Lieberman como candidato demócrata a la vicepresidencia como un esfuerzo de Al Gore de distanciarse del presidente Bill Clinton. (Lieberman criticó fuertemente a Clinton durante el escándalo sexual con Mónica Lewinsky y lo calificó de “inmoral) ¿Usted lo ve de la misma manera?

Bush. Si (Gore) se quiere distanciar del presidente ¿por qué no nos dice en qué ha fallado Bill Clinton? ¿Por qué no dice, claramente, que quiere distanciarse del hombre al que él ha llamado un “gran presidente”?

Ramos. ¿Cree usted que Estados Unidos es un país suficientemente tolerante como para escoger a un judío (como Lieberman) a la vicepresidencia?

Bush. Yo creo que sí…Creo que Estados Unidos ha madurado mucho en ese sentido.

Ramos. ¿La religión debe ser parte de la campaña presidencial?

Bush. No, para nada. Y por cierto, si yo cacho a cualquier gente, a quien sea, haciendo comentarios antisemitas, lo voy a rechazar.

Ramos. Su asesora en asuntos internacionales, Condoleeza Rice, sabe mucho sobre Rusia y Europa, pero ella no es una experta en América Latina. ¿Quién lo va a asesorar respecto a América Latina?

Bush. Puede ser que ella no sea una experta en América Latina, pero yo sí. Yo sé mucho al respecto. Y además, tendré a los mejores que existen…Connie Rice sabe que nuestros vecinos son muy importantes; ella sabe que esa es la parte más importante de nuestra política exterior…Y eso empieza con México, desde mi punto de vista. Una buena relación con México va a ayudar en nuestras relaciones con el sur. Estoy muy desilusionado de que éste gobierno no haya tenido la autoridad para extender el Tratado de Libre Comercio a Chile y Argentina. Y además, estoy muy preocupado por algunas regiones de nuestro hemisferio. Estoy preocupado sobre Colombia.

Ramos. ¿Qué le preocupa de Colombia?

Bush. He hablado con el presidente (Andrés) Pastrana y él siente la presión de los insurgentes que están tomando el país y extendiendo su territorio. Y si a ésto le unimos los narcotraficantes, se vuelve una locura. (Hay) inestabilidad y nosotros queremos queremos que nuestra amiga Colombia sea muy estable. Yo apoyé el paquete de ayuda financiera del congreso norteamericano.

Ramos. Mil millones de dólares.

Bush. Sí, un poquito más de mil millones.

Ramos. Estados Unidos se está involucrando más que nunca en Colombia.

Bush. En entrenamiento. Sí. Pero tenemos que ser muy cuidadosos.

Ramos. ¿Tiene miedo que Colombia se convierta en otro Vietnam?

Bush. Sí, estoy preocupado sobre eso…Tenemos que ser muy cuidadosos de no enviar demasiadas tropas y de no involucrarnos en combate. Hay una linea muy fina entre entrenamiento y combate. Y yo apoyo entrenamiento y ayuda.

Ramos. ¿No enviaría tropas a luchar a Colombia?

Bush. No. No quiero a nuestras tropas peleando en Colombia.

Ramos. Usted hablaba hace unos momentos sobre México. El presidente electo, Vicente Fox, dijo recientemente que quería abrir la frontera (entre México y los Estados Unidos) en 10 años. ¿Ha hablado usted con él sobre éste punto?

Bush. No sé lo que eso significa. Si está hablando únicamente sobre la región fronteriza, eso ya está pasando ahora…Pero si él se refiere a permitir que gente del interior de México vaya hasta el norte de nuestro país y se quede permanentemente de manera ilegal, no me parece que es una buena política…

Ahora déjeme decirle algo sobre el presidente (Ernesto Zedillo). Le llamé el día de las elecciones (el dos de julio)…para felicitarlo. Su partido (el PRI) perdió pero éste hombre se merece muchas felicitaciones. ¿Sabe por qué? Por que fué un líder. El dijo que iba a abrir al PRI a la competencia, que tendría elecciones primarias y supervisó una elección que promovió la democracia en México. El presidente Zedillo es un buen hombre. Creo que va a pasar a la historia como uno de los grandes líderes de nuestro hemisferio.

Ramos. ¿Ha reconsiderado su posición respecto a una amnistía para los seis millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos?

Bush. No. No he cambiado mi postura.

Ramos. Así que ¿no autorizaría una amnistía?

Bush. No, pero apoyaría un programa de trabajadores invitados. Y estoy a favor de reunificar a las familias separadas (por problemas migratorios).

Ramos. Señor gobernador, quiero hablar un poco sobre Cuba. Como usted sabe Estados Unidos comercia miles de millones de dolares con China, a pesar de que es una dictadura. Cuba también es una dictadura, pero hay un embargo con la isla. ¿Cuál es la diferencia entre China y Cuba?

Bush. Los negocios con China son entre personas, entre empresarios. El comercio con Cuba sería con el gobierno cubano o con entidades controladas por el gobierno cubano y eso fortalece el poder de Fidel Castro. Y esa es la diferencia. Mientras Fidel Castro no libere a los prisioneros políticos y no realice elecciones libres y no permita la libertad de prensa, yo mantendré las sanciones contra Cuba, si llego a la presidencia.

Posdata. George W. Bush tenía ganas de seguir platicando. Pero uno de sus asesores le informó que el tiempo asignado a la entrevista había terminado. Acabó de tomarse el refresco, se llenó la boca de los hielitos que quedaban y se despidió como si nos conocieramos de toda la vida. En ese sentido es igual a Clinton; te ve fijamente a los ojos, repite tu nombre y te hace sentir como si fueras la única persona que le interesa en el mundo. Ambos -Clinton y Bush- son unos magos de las relaciones públicas. Y, es más, si no fueran enemigos políticos me los podría imaginar fácilmente contándose chistes en un bar y pasando un buen rato.

La intensidad de la personalidad de Bush me hizo olvidar que, mientras conversábamos, un hombre de 33 años esperaba un poquito de clemencia a miles de millas de ahí. Nunca llegó. Fiel a sus principios -Bush está a favor de la pena de muerte- el todavía gobernador de Texas permitió que se llevara a cabo la ejecución.

Oliver David Cruz fue ejecutado la noche del miércoles 9 de agosto. Una mujer que estaba frente a la cárcel de Huntsville y que formaba parte del grupo de manifestantes que se oponían a la ejecución de Cruz, declaró a la prensa que “mientras George W. Bush habla en español, ejecuta mexicanos.” Con su muerte aumentó a 140 el número de personas ejecutadas durante la gubernatura de George W. Bush en Texas.

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