Prepárense porque aún falta lo peor en la guerra en Irak. Más combates, más muertos, más caos. 2007 es el año terrible.
La terca decisión del presidente George W. Bush de enviar 21,500 soldados norteamericanos más a pelear en la guerra difícilmente puede cambiar las cosas en un país de 29 millones de habitantes. Bush, con esa decisión, va en contra de la opinión del público norteamericano –siete de cada 10 se oponen al envío de más soldados-, de algunos de sus generales y congresistas Republicanos, y de la casi totalidad del partido Demócrata.
Lo que más me sorprendió del último discurso de Bush es lo desconectado que parece estar del resto de los norteamericanos. Le perdió la pista al país. Nunca había visto a Bush tan demacrado y tan acartonado. No conectó con la audiencia.
Pero él, como comandante en jefe, tiene la última palabra. Por eso es importante votar en las elecciones. Escogemos a quienes toman decisiones de vida y muerte, y a quienes, de un plumazo, pueden cambiar radicalmente la forma en que vivimos.
Es inaceptable y vergonozoso que hayan tenido que morir casi 3 mil soldados norteamericanos, y pasar 3 años y medio, para que se dieran cuenta que no había suficientes tropas de Estados Unidos para controlar Irak.
Ahora ya es demasiado tarde.
Si Estados Unidos quisiera ganar esa guerra por la fuerza necesitaría medio millón de soldados, según calculó hace poco el senador Bob Menéndez, luego de conversar con varios líderes militares. Pero incluso con los nuevos refuerzos, Estados Unidos tendrá en unos meses tan solo 153,500 soldados en Irak. Insuficientes para ganar.
Es decir, Estados Unidos no puede evitar militarmente que se expanda el conflicto interno en Irak entre chiítas, sunitas y kurdos. Y tampoco puede controlar las milicias de Al Kaeda que se han colado en Irak ni a los grupos armados por Irán y Siria. Para eso se necesita negociar un acuerdo político.
La guerra en Irak, por ahora, solo se puede ganar en una mesa de negociaciones, no luchando calle por calle. Sin embargo, Estados Unidos no quiere negociar con los aliados de sus enemigos (Siria e Irán). Si las cosas siguen así, la derrota está asegurada.
El gran dilema norteamericano en Irak es que cualquier cosa que haga Estados Unidos tendrá consecuencias negativas. Si envía más soldados a Irak, habrá más blancos para atacar y, sin duda, más muertes estadounidenses. Y si Estados Unidos retira sus tropas de ahí, Irak se sumirá en una cruenta guerra civil entre los tres grupos étnicos y las milicias extranjeras, marcada por sangrientas matanzas.
La nueva estrategia militar de Estados Unidos es limpiar de rebeldes y milicias, casa por casa, todos los barrios de Bagdad, una ciudad de 7 millones de habitantes. Y luego, entregar el control de esas zonas al nuevo ejército iraquí. Esos combates para “limpiar” Bagdad auguran un año espantoso.
Las cosas en Irak van a empeorar antes de mejorar…si es que mejoran. Y todo por una guerra innecesaria.
Hay que repetir una y otra vez que ni Saddam Hussein ni su gobierno tuvieron nada que ver, nada, con los actos terroristas del 11 de septiembre del 2001. Y que tampoco se encontraron ahí armas de destrucción masiva.
¿Por qué Estados Unidos está peleando en Irak? Esta sencillísima pregunta no tiene una respuesta convincente. Por eso los problemas de Estados Unidos en Irak. Nunca hubo una misión perfectamente definida en Irak y, por lo tanto, no existe una estrategia concreta para salir de ahí ni una fecha límite para hacerlo.
El congresista Charles Rangel está convencido que si los hijos e hijas de los congresistas y de los funcionarios de la Casa Blanca que aprobaron la guerra tuvieran que ir a luchar, Estados Unidos nunca se hubiera metido en Irak. Una cosa es enviar a los hijos de otros a luchar a una guerra y otra, muy distinta, es enviar a tus propios hijos.
Una lectora de la edición en internet de la revista People Magazine se atrevió a hacerle al presidente Bush una pregunta que ningún periodista ha tenido la valentía de proponer: “Sí usted cree en la guerra”, le preguntó a Bush, “¿por qué no presionó a sus propias hijas para que fuera a pelear por su país? ¿Lo hizo?”
“Yo creo que los norteamericanos pueden contribuir a la seguridad y bienestar de nuestro país de distintas maneras”, contestó el presidente en una entrevista con la revista y donde escuchó la pregunta de la lectora. “Por eso tenemos un ejército de voluntarios.”
Lo más grave de todo esto es que la guerra contra el terrorismo no se gana o se pierde solo en Irak. Los miles de millones que se han destinado ahí podrían haberse usado, por ejemplo, para buscar a los verdaderos responsables de los actos terroristas de Nueva York, Washington y Pennsylvania.
¿Alguien sabe dónde está Osama bin Laden?