Miami.
Hay gente que cuando habla se mete el pie en la boca. Ese es el caso de John Rocker, el pitcher de los Bravos de Atlanta. Acabo de tener la oportunidad de conversar con él. La verdad fue un encuentro bastante desagradable. Pero antes de describirles la conversación, déjenme contarles por qué los comentarios de un arrogante muchachito de 25 años se convirtieron en noticia en todo Estados Unidos.
Hace unas semanas, en una entrevista con la revista Sports Illustrated, Rocker hizo unos comentarios racistas que le costaron una suspensión del beisbol profesional de los Estados Unidos hasta el próximo primero de mayo y una multa de 20 mil dólares.
En esa entrevista, Rocker dijo lo siguiente: “Yo no soy un gran fanático de los extranjeros. Puedes caminar una cuadra completa de Times Square (en Nueva York) y no escuchar a nadie hablar inglés. Asiáticos y coreanos y vietnamitas e indios y rusos y gente que habla español están por todos lados. ¿Cómo carajos se metieron en este país?”
La respuesta corta, señor Rocker, es que la mayoría de los extranjeros que hay en los Estados Unidos entraron en avión. Estados Unidos acepta cada año a mas de un millón de inmigrante legales. Y mas de la mitad de los indocumentados –unos 300 mil por año- entran también por avión: seis de cada 10 extienden ilegalmente sus visas de turista, negocios o de trabajo una vez que están en los Estados Unidos.
Quizás Rocker piensa que hay muchos extranjeros en los Estados Unidos y que ellos son culpables de los principales problemas del país. Pero eso no es cierto. Sólo 8 de cada 100 habitantes en este país nacieron en otro; en 1910, en cambio, los extranjeros eran el 14.7 por ciento del total de la población. Y esos inmigrantes que tanto le molestan a Rocker contribuyen con 10 mil millones de dólares al año a la economía norteamericana (según la Academia de Ciencias). Pero me parece que Rocker no es una persona que maneje muchos números en la cabeza. Mas bien, lo suyo es agarrar pelotas y tirarlas muy rápido. A 95 millas por hora. Nada mas.
¿O será que Rocker dice esas cosas porque tiene miedo en ser desplazado por los extraordinarios jugadores extranjeros que hay en la liga de beisbol de los Estados Unidos? Rocker, de 25 años de edad, nació en Macon, Georgia, y no me parece que en esa esquinita blanca de los Estados Unidos hay muchos extranjeros. Pero en el diamante del beisbol profesional sí los hay. Y muy buenos. Ahi están Liván y el Duque Hernandez, Andrés Galarraga, Sammy Sosa e Igor Gonzalez (que por cierto firmó un contrato por 140 millones de dólares) entre muchos otros.
Si Rocker quiere jugar en un equipo de puros blancos, me temó que va a tener que regresarse a Macon. Y tal vez ni ahí.
Bueno, ahora sí vamos al punto. Durante nuestra conversación en un estudio de televisión de Miami, le pregunté de todo esto a John Rocker. Y el intercambio fue mas o menos así. (Las traducciones son mías porque –qué raro- Rocker no habla español.):
– “¿Es usted un racista?”, le pregunté,
– “No, de ninguna manera”, me dijo.
– “¿Entonces por qué hace ese tipo de comentarios?”, seguí.
– “Es que había pasado momentos muy difíciles en Nueva York”, me contestó, “con la gente escupiéndome, tirándome cerveza y estaba muy molesto por la situación ahí; estaba un poco frustrado y (mis comentarios) fueron una forma de desahogarme”.
– “¿Cree que fueron unos comentarios estúpidos?”, insistí.
– “Definitivamente. Quería sacar algo que tenía dentro, salió de la forma equivocada y (esos comentarios) no representan el tipo de persona que soy.
– “¿Quisiera disculparse directamente con los hispanos ahora?”
– “Seguro”, respondió. “Si alguna persona tomó esos comentarios de la forma equivocada, pido disculpas; no representan el tipo de persona que yo soy”.
Ahora falta ver si todo lo que me dijo es cierto o si se trata de sólo una maniobra de relaciones públicas para poder regresar lo antes posible a jugar beisbol. A nuestra entrevista se apareció junto al beisbolista venezolano Andrés Galarraga, como diciendo: ya ven, yo sí tengo amigos latinos.
Sería muy fácil que los racistas tuvieran pintada una “R” en la frente. Así, podríamos ir por la calle diciendo: ah, mira, ese es un racista y alejarnos. Y luego, ver a alguien que no llevara la “R” pintada y acercarnos para entablar una conversación, buscar un trabajo o lo que fuera. Pero las cosas no son tan fáciles.
En los Estados Unidos hay algunos racistas –y ya he conocido a un bonche- que parecen buena gente; tienen hijos, pagan impuestos y se saben de memoria el himno nacional. Pero, en el fondo, se sienten superiores a tí sólo porque ellos son blancos y tu eres hispano, negro, extranjero, hablas otro idioma, pronuncias el inglés con acento o, simplemente, te ves distinto.
Por ejemplo, cuando me presentaron a Rocker antes de la entrevista, me saludó con una sonrisa –se le veían todos sus dientes bien parejitos- y parecía el típico deportista fortachón. Es alto (mas de dos metros), pálido, 102 kilos de músculos, con brazos larguííííísimos, el pelo muy cortito y lleno de gel, de conversación ágil y bien parecido –a juzgar por las muchachas que estaban tirando la baba al verlo. Además lanza pelotas de beisbol como los magos. Es decir, no tenía la “R” pintada en la frente. Pero mientras platicaba con él, no podía dejar de pensar en sus comentarios a la revista.
Cuando mis amigos en otros países me preguntan qué es lo mejor y lo peor de los Estados Unidos, tengo ya lista mi respuesta de cajón. Lo mejor, les contesto, es que Estados Unidos nos ha dado a los inmigrantes las oportunidades y libertades que nuestros países de origen nos negaron; y lo peor, les digo, es el racismo.
Pero no es el racismo burdo, como el que no le permitía al profesor Julian Samora ir a los parques de Colorado porque tenían un letrero que decía: “Prohibida la entrada a mexicanos, indígenas y perros”. Ese tipo de racismo, creo, está desapareciendo. No, el racismo que ahora hiere es el de gente como John Rocker. Es un racismo mas sutil aunque muestra, también, la peor cara de los Estados Unidos. Rocker cree que está curado porque fue sometido a unas sesiones con un sicológo para tratar con mas “sensibilidad” a la gente. Desafortunadamente, mister Rocker, eso no se cura así: el racismo se mama en casa.
Rocker aceptó conversar conmigo e incluso se disculpó por sus comentarios racistas. Pero en el fondo, me quedó la duda de si para él yo soy uno de esos extranjeros “que están por todos lados” y que no sabe de dónde carajos han salido.