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LA CASA DE DANIEL

Daniel Ortega dice que ha cambiado. Asegura que si logra regresar al poder en las elecciones presidenciales del domingo cuatro de noviembre no volverá a confiscar ni a nacionalizar nada en Nicaragua. Nada. Sin embargo, esa promesa electoral no resuelve el problema de los abusos cometidos con miles de propiedades -incluyendo la misma casa en que vive- durante el gobierno sandinista (1979-1990).

Ortega tiene buenas posibilidades de regresar a la presidencia debido a la percepción de muchísimos nicaragüenses de que el gobierno de Arnoldo Alemán ha sido sumamente corrupto y a la realidad de que ha aumentado el número de pobres en Nicaragua. Pero quienes esperan un Ortega light se equivocan: sus amigos -Castro, Chavez, Khadafi…- son los mismos de antes, sus enemigos -organizaciones de derechos humanos, familias de expropiados, funcionarios estadounidenses, entre otros- son los mismos de antes, y la esencia de su pensamiento es el mismo de antes.

El expresidente Daniel Ortega no ha renunciado al sandinismo ni a los ideales del socialismo. Tampoco está dispuesto a renunciar a su inmunidad para enfrentar en una corte las acusaciones de abuso sexual hechas por su hijastra Zoilamérica Narváez. Y, lo que es muy sintomático, Ortega no está dispuesto a resolver los casos de las casas y terrenos robados por los sandinistas en el período conocido como “la piñata”.

Si Ortega en verdad ha cambiado, entonces, que regrese la casa donde vive.

La casa de piedra y maderas preciosas -de unos 900 metros cuadrados de construcción, seis habitaciones, seis fuentes, dos salas y varios comedores- fue confiscada por los sandinistas dos días después de su llegada al poder el 19 de julio de 1979. El dueño original de la casa, Jaime Morales, me dijo (hace varios años) que su valor oscilaba entre un millón y medio y dos millones de dólares, ya que Daniel Ortega y su compañera, Rosario Murillo, se apoderaron también de las obras de arte que había dentro de ella. La casa fue invadida mientras la familia Morales se encontraba de viaje.

Ortega, en una entrevista a finales de 1996, me dijo que la casa se convirtió en un “símbolo”, que la adquirió “dentro del marco legal” y que miles de nicaragüenses se sentirían “indefensos” si él regresara la propiedad. (Más de 155 mil familias se beneficiaron de las expropiaciones realizadas durante el regimen sandinista.) Pero Ortega nunca me quiso decir cuánto pagó por la casa donde vive hace 22 años. Así fue nuestro intercambio en Managua en ese entonces:

RAMOS. Déjeme hablarle muy directamente sobre su casa.

ORTEGA. Sí.

RAMOS. Dicen que vale dos millones de dólares. ¿Cuánto pagó usted por la casa?

ORTEGA. Bueno, la verdad es…primero…no vale dos millones de dólares. Esa es una exageración.

RAMOS. ¿Cuánto vale? ¿Cuánto valdrá? ¿Cuánto calcula?

ORTEGA. Eh…no vale tanto. O sea, vale mucho menos.

RAMOS. ¿Un millón?

ORTEGA. No, no, no. Es que no, no, no.

RAMOS. No sé. Es que como no la conozco, no sé cuánto vale su casa.

ORTEGA. Bueno, pues eso. Eso no vale, pues, este, eh…no vale tanto. Lo que le puedo decir es que no vale tanto. E incluso, este, habría que ver lo que dice un avalúo, pues, del valor de la casa.

RAMOS. ¿Cuánto pagó usted por su casa?

ORTEGA. Bueno, yo pagué un valor del…del…del…pagué un valor por la casa de acuerdo a lo que se pagaba en ese entonces, pues, por las viviendas en este país.

RAMOS. ¿Cuánto? ¿Cuánto fue, entonces?

ORTEGA. Bueno, la verdad es que no tengo el dato exacto, pues, no lo tengo. Tal vez si lo tuviera…

RAMOS. Pero más o menos.

ORTEGA. Fue muy poco, pues, fue muy poco.

RAMOS. (…) Sí, pero se lo quiero preguntar porque muchas personas ven ahí, precisamente, el miedo ante el regreso de usted al poder.

ORTEGA….O sea, para mí es muy sencillo salir de la casa… Pero por otro lado, sería una señal mala para miles de nicaragüenses que se sentirían indefensos si yo hago eso. Es decir, sentirían que si yo salgo de la casa a ellos los van a sacar, sobre todo a la gente más humilde, a la gente más pobre.

En esa ocasión no pude conseguir que el líder sandinista me diera una respuesta concreta. ¿Será posible que Ortega no pagó nada por la casa? Es interesante notar cómo este tema no ha perdido relevancia en las últimas dos décadas.

Antes de las elecciones presidenciales de este 2001, Ortega debería contestar estas seis preguntas: 1) ¿Cuánto pagó por su casa? Exactamente. 2) Si hubo algún pago ¿a quién fue y cuándo? Que muestre la documentación. 3) ¿Está dispuesto a pagar el valor real de la casa a su dueño original, Jaime Morales? 4) ¿Por qué se apropió de esa casa en particular? 5) Si la casa era confiscable ¿por qué otros nicaragüenses no tuvieron oportunidad de vivir ahí? 6) Si la casa fue expropiada por una decisión de estado ¿no debería estar abierta al público y ser utilizada por el pueblo nicaragüense? Hay más preguntas pero con estas bastan por el momento.

Si Daniel Ortega dice que ha cambiado, que lo demuestre empezando por su casa. Si se la apropió “ilegalmente”, como asegura Morales, que la regrese. Hasta que no lo haga no podremos creer, realmente, que Ortega ha cambiado.

Pd. Entiendo perfectamente que revivir un tema como este a unos días de las elecciones conlleva sus riesgos. Pero mi posición es muy clara. Son los nicaragüenses -y no los periodistas extranjeros- los que decidirán quién será el nuevo presidente. Punto. Y para que no queden dudas sobre el origen de este artículo o mis motivaciones políticas, tengo que decir que llevo años sin conversar o ponerme en contacto con Ortega, con su contrincante Enrique Bolaños o con Jaime Morales, el constructor y dueño de la casa.

Por último (y para establecer donde estoy parado) creo que la revolución sandinista tuvo un objetivo legítimo -terminar con la sanguinaria y corrupta dictadura de los Somoza. Pero poco después, los ideales democráticos de la revolución se fueron transformando en un régimen abusivo y autoritario. ¿Serán distintos los sandinistas si llegan por una segunda ocasión al poder? Está por verse. Hay que esperar hechos, no palabras. ¿Por qué no empezar con la casa, comandante Ortega?

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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