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LA GRAN PREGUNTA

¿Por qué el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, decidió atacar a Irak después de los actos terroristas del 11 de septiembre del 2001? Esa es la gran pregunta. Pero aún no hay un respuesta clara y creíble.

Un reporte del comité de inteligencia del Senado norteamericano concluyó hace sólo unos días que el líder iraquí Saddam Hussein “no tenía ninguna relación” con la organización Al Kaeda ni con su líder en Irak, Abu Musab al-Zarqawi. Y que en el momento de la invasión norteamericana, Irak tampoco tenía armas de destrucción masiva.

Atacar al gobierno Talibán en Afganistán tenía justificación: Al Kaeda y su máximo líder, Osama bin Laden, se entrenaban y se refugiaban ahí. Pero Irak no tenía nada que ver en eso.

Entonces ¿por qué el ataque? Es increíble que todavía nos estemos haciendo esa pregunta. Más increíble aún que no haya respuesta convincente.

“Bush invadió Irak en el 2003 porque Saddam usó armas de destrucción masiva en los años 80 y porque invadió Kuwait en 1990,” escribió el ex zar antiterrorista Richard Clarke en su libro Against All Enemies.

La opinión de Clarke –de que Saddam no era responsable del 9/11- coincide con la de Richard Dearlove, quien fuera encargado de la agencia de espionaje de Gran Bretaña. “Bush quiere sacar del poder a Saddam a través de una acción militar, justificada por el terrorismo y las armas de destrucción masiva”, dijo Dearlove en el llamado memorandum de Downing Street en julio del 2002, ocho meses antes de la guerra. “Pero los datos de espionaje y los hechos están siendo manipulados para justificar la acción.”

El primer ministro, Tony Blair, no le hizo caso a ese memo.

Una de las principales fuentes de la administración Bush para justificar la guerra contra Irak fue un desertor iraquí apodado Curveball. El, con un historial de alcoholismo e inestabilidad mental, le dijo a la agencia de espionaje de Alemania que Saddam tenía laboratorios móviles para construir armas químicas y bacteriológicas. Estados Unidos se creyó el cuento y el secretario de estado, Colin Powell, se lo vendió al mundo en su ya famosa presentación ante Naciones Unidas el 3 de febrero del 2003. Todo fue falso.

Opiniones más simplistas sugirieron que Bush invadió Irak por petroleo o para vengar a su padre; Saddam Hussein aparentemente quería matar a George Bush, padre, durante una visita a Kuwait en 1993. Bush, hijo, nunca ha usado ese incidente como explicación y el petroleo iraquí no da ni para pagar por los exhorbitantes costos de la guerra.

La ocupación militar de Estados Unidos en Irak ha generado más enemigos que amigos en el mundo. Estados Unidos es percibido en el mundo árabe como invasor y no como libertador o promotor de la democracia.

Y lo peor del caso es que esto no ha ayudado en nada en la guerra contra el terrorismo. Varios grupos terroristas, incluído Al Kaeda, se han colado en Irak para atacar desde ahí a las fuerzas norteamericanas.

Más soldados estadounidenses han muerto en Irak y en Afganistán que los casi tres mil que perecieron en Nueva York, Washington y Pennsylvania el 11 de septiembre.

Hoy deberíamos estar más seguros que hace cinco años. Pero no existe esa percepción. Uno de cada tres norteamericanos –y uno de cada dos neoyorquinos y washingtonianos- temen ser una víctima de terrorismo, según una reciente encuesta de la agencia AP.

¿Por qué nos sentimos tan inseguros? Primero lo obvio. Osama no ha sido apresado. Segundo, los ataques terroristas contra aliados norteamericanos –en una estación de tren de Madrid y el metro de Londres- tienen a Estados Unidos en alerta constante. Y tercero, todo nos recuerda que estamos bajo ataque: desde subirnos a un avión y ver las noticias por televisión, hasta el sacar una licencia de conducir y planear las próximas vacaciones. Oimos, todos, el canto de los terroristas. Nadie se escapa.

La canción de moda unos días antes del 11 de septiembre del 2001 era It’s a Beautiful Day (Es un Día Hermoso) del grupo U2. Hoy, cinco años después, esa canción suena a vieja y totalmente fuera de lugar. Pero no tenía que ser así.

Estados Unidos tuvo la oportunidad de unir al mundo en una causa común. Pudo haber sido un día hermoso. Pero desaprovechó esa oportunidad al tirar la primera bomba en Irak el miércoles 19 de marzo del 2003. Y lo peor es que todavía no sabemos exactamente por qué lo hizo. Esa es la gran interrogante.

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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