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LA GUERRA DE MEXICO

México quería jugar con los niños grandes y ahora tiene que actuar como adulto. El gobierno del presidente Vicente Fox se ha metido en tremenda bronca y no parece saber cómo salir de ella. México, desde luego, forma parte de los 15 países del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y tarde o temprano tendrá que hacer una durísima decisión: apoya a Estados Unidos en la guerra contra Irak o se opone a ella. Abstenerse equivaldría a seguir la estrategia del avestruz y a esconder la cabeza en el suelo.

¿Dónde está Jorge Castañeda cuando más lo necesitan? La realidad es que fue el ex canciller Castañeda quien presionó para que México formara parte del Consejo de Seguridad de la ONU. Era la señal más clara de que el México democrático que se inició con el gobierno foxista no tenía nada que esconder y que, además, estaba listo para jugar con Sansón a las patadas. México quería y podía ser relevante en el mundo.

Sin embargo, me parece, Castañeda calculó mal su salida. Debió haberse quedado unos meses más en el puesto. Con él sabríamos exactamente cuál es la postura de México respecto a la guerra. Si o no. Punto. En cambio el presidente Fox, su nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, y el embajador mexicano en Naciones Unidas, Adolfo Aguilar Zínzer, se hacen un ocho con el tema de Irak. Cada vez que alguno de los tres hace alguna declaración, en lugar de aclarar la posición de México respecto a un posible conflicto armado, confunden, enlodan y complican las cosas. Escucharlos requiere un ejercicio titánico para desentrañar un mensaje claro o una noticias de sus textos cantinflescos.

No es mala leche. Es que así suenan. Vamos a ver, por ejemplo, lo que ha dicho Fox hasta ahora. El presidente, hace solo unos días, aseguraba que México estaba “contra el unilateralismo y contra la guerra”. Su posición no podía ser mas clara. Incluso, en un momento dado, Fox mismo hizo un llamado inequívoco: “No a la guerra”. Este planteamiento coincidía con el de ocho de cada 10 mexicanos que, según distintas encuestas, se oponen a la guerra. En un momento dado llegué a pensar que, en sus cálculos de pérdidas y ganancias, Fox ya se había hecho a la idea de que no habría un acuerdo migratorio con un gobierno de Bush y que no tenía por qué apoyarlo ahora.

Pero luego algo pasó. Tras las visita a México del presidente del gobierno español, José María Aznar, y luego de un par de telefonazos de George W. Bush, la posición mexicana empezó a perder su verticalidad. De pronto, empezamos a escuchar a Fox, a Derbez y a Aguilar Zínzer decir que lo importante era “desarmar a Irak por medios pacíficos” y que las inspecciones eran el medio para lograrlo. El “no a la guerra” desapareció de los discursos de Fox. El presidente mexicano, súbitamente, dejó de ser tan categórico respecto a su oposición a la guerra. Y últimamente las declaraciones de los altos funcionarios mexicanos solo enfatizan la importancia de “desarmar a Irak” sin condicionar dicho desarme a inspecciones o a medios pacíficos.

¿Qué paso, pues? ¿No que México estaba contra la guerra? Ante tanta confusión y ambigüedad oficial, no nos queda más que esperar al voto de México en el Consejo de Seguridad. Entonces, y solo entonces, sabremos qué es lo que realmente piensa Fox.

No es una decisión fácil. La presión estadounidense, británica y española sobre México es intensa. El portavoz estadounidense, Ari Fleischer, acaba de sacar la zanahoría de un posible acuerdo con México al decir que -ahora sí- Bush quiere una “reforma migratoria”. La verdad es que les urge el voto de México para que sea aprobada una nueva resolución en la ONU y dar luz verde a la guerra.

Un gobierno priísta hubiera metido la cola entre las patas y habría dejado que otros tomaran la decisión. Pero un México democrático ya no puede hacer eso. Entrar al Consejo de Seguridad fue una decisión correcta y valiente. Y, claro, conlleva sus riesgos. Ya veremos si la política exterior de México tiene algún peso o si regresa a su tradicional irrelevancia y al famoso “ni nos favorece ni nos perjudica sino todo lo contrario”.

Y mientras sabemos cuál será la verdadera postura de México, lo que molesta de Fox y sus internacionalistas es esa ambigüedad tan mexicana. Estaba releyendo el Laberinto de la Soledad y Octavio Paz nos ayuda mucho a entender esa compleja duplicidad que tanto nos caracteriza. “Máscara el rostro y máscara la sonrisa”, decía el fallecido premio Nobel de Literatura, sobre los mexicanos. El mexicano, sugería Paz, se esconde cuando se expresa. El sí es no y el no es sí. El lenguaje del mexicano “está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arcoíris súbitos, amenazas indescifrables”, escribía el poeta. El mexicano “aún en la disputa prefiere la expresión velada a la injuria.”

Cuando escucho hablar a Fox y a su gente respecto a Irak me parece que están usando una máscara. No sé lo que quieren decir. Quizás ni siquiera ellos lo sepan y se esconden en las palabras. Pero muy pronto tendrán que quitarse la máscara y -por fín- conoceremos la verdadera cara del gobierno foxista. ¿O será la verdadera cara?

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