Los cubanoamericanos, otra vez, pudieran decidir quien va a vivir en la Casa Blanca. Y digo otra vez porque hasta el mismo presidente George W. Bush ha reconocido públicamente que los cubanos tuvieron una participación muy importante en su victoria por 537 votos sobre Al Gore en la Florida durante las elecciones del 2000. En otras palabras, los cubanos escogieron al presidente de Estados Unidos hace cuatro años y pudieran repetir la hazaña este dos de noviembre.
No es de extrañar, por lo tanto, las recientes visitas de Bush y del candidato demócrata a la presidencia, John Kerry, a la Florida, así como sus distintas propuestas para acelerar la caída de la dictadura cubana. Ambos candidatos apoyan el embargo. Pero mientras Bush pretende apretar a Castro –reduciendo los viajes de los cubanos a la isla a uno cada tres años y limitando a $1,200 dólares al año los envíos a familiares en Cuba, entre otras medidas- Kerry cree que la apertura de los viajes a la isla a todos los norteamericanos promovería el fin del régimen. Lo que sí está claro es que el voto de los cubanos está determinado en gran parte por la postura del candidato y su partido respecto al dictador cubano, y no tanto por la economía, la guerra u otro asunto local.
Contrario a la mayoría de los hispanos que votan por el partido Demócrata, los cubanos tienden a votar por el partido Republicano. Pero eso no significa que sea un voto monolítico. Hay de cubanos a cubanos. El apoyo al embargo contra Cuba, por ejemplo, sigue fuerte: lo favorece el 66 por ciento de los cubanos que viven en los condados Miami-Dade y Broward según una encuesta de la Universidad Internacional de la Florida. Pero otros estudios sugieren que el embargo parece ir perdiendo apoyo, particularmente entre los votantes cubanos más jóvenes y los que menos tiempo llevan viviendo en Estados Unidos.
La estrategia de Kerry es clara. No espera ganar el voto cubano. Eso sería muy ingenuo. Pero sí pretende aprovechar las diferencias generacionales y políticas entre los mismos cubanoamericanos y recoger algunos votos más que el ex vicepresidente Al Gore en Miami, Hialeah, Fort Lauderdale, Coral Gables, Key Biscayne, Orlando y Tampa. Eso pudiera darle el triunfo en la Florida.
John Kerry también quiere aprovechar el desencanto y frustración que hay entre muchos cubanos al darse cuenta que George W. Bush es el décimo presidente norteamericano que ha fracasado en su intento de terminar con los 45 años de dictadura castrista. La política exterior del presidente Bush, dijo Kerry, es “asombrosamente ineficaz”, sobre todo en los casos de Irak y Cuba. Traducción: Bush no ha logrado democratizar Irak ni democratizar Cuba.
El malestar de algunos cubanos con la administración Bush se acrecentó el año pasado cuando 12 balseros fueron repatriados a Cuba. Esto ocurrió poco después de que el gobierno de Castro encarcelara a 75 disidentes y periodistas independientes y los sentenciara a largas e injustas condenas. El asunto causó tal incomodidad en la comunidad cubana en el exilio que hasta el mismo gobernador de la Florida, Jeb Bush, criticó la decisión de su hermano y presidente de Estados Unidos al decir que “no era correcto” haber repatriado a esos balseros.
Hace poco tuve la oportunidad de conversar en Miami con el gobernador Jeb Bush, quien reconoció que la diferencia de opinión que tuvo con su hermano respecto a esos balseros “fue noticia porque no hay muchas veces en que estoy en contra de la política de la administración.” El tema central, sin embargo, sigue siendo cómo terminar con la dictadura castrista, particularmente cuando muchos cubanos consideran que Fidel Castro ha matado, torturado y encarcelado a miles de sus opositores y representa para Estados Unidos una amenaza mayor que la de Saddam Hussein.
-“¿Qué ha hecho la administración del presidente Bush para tratar de que Cuba sea democrática?” le pregunté al gobernador, Jeb Bush.
-“Se mantiene el embargo, que es importante”, me contestó en casi perfecto español, y se ha usado la Casa Blanca “para exhortar a nuestros amigos en latinoamérica y Europa a condenar (las violaciones de) los derechos humanos en Cuba.”
-“En vista que no se han encontrado armas de destrucción masiva en Irak”, le planteé al gobernador Bush, “¿cómo se le explica a muchos cubanos en el exilio que se libera a Irak pero no se libera a Cuba?”
-“No sabemos si van a encontrar (armas) en Irak, eso todavía es trabajo en progreso”, dijo, respondiendo a la primera parte de mi pregunta, antes de enfocarse en la isla. “En el caso de Cuba, yo creo que es importante apretar a Fidel Castro porque el cambio no viene con él en el poder; y creo que el presidente (Bush) reconoce eso también.”
Al final de cuentas, el destino de Fidel Castro parece ser un asunto secundario. De lo que se trata en esta campaña electoral en Estados Unidos es ver quien tiene el mejor plan para acabar con el dictador cubano y quien habla más fuerte. La verdadera lucha, en estos momentos, no es contra Castro sino por el corazón (y el voto) de los cubanoamericanos.