Tan solo unas horas después de que se estrenara en Estados Unidos la controversial película La Pasión de Cristo, la Conferencia Nacional de Obispos Católicos dio a conocer su informe sobre los abusos sexuales de sus sacerdotes en el país. Y lo realmente sorprendente es que la película de dos horas con siete minutos de Mel Gibson haya llamado más la atención que el medio siglo de abusos y crímenes cometidos por religiosos católicos contra menores de edad.
Al final de cuentas, La Pasión de Cristo es solamente una película y, como tal, está cargada de ficción, interpretaciones y prejuicios de su director. Mel Gibson puso 25 millones de dólares de su bolsillo para hacer la película y, aunque algunos lo acusen de antisemita, ha presentado su propia visión de las últimas horas de Jesucristo. Hay gente que ha salido horrorizada del cine. Las escenas de violencia y tortura son sumamente dramáticas. Pero es solo una película y nada más. En cambio, la investigación realizada por el Colegio John Jay de Justicia Criminal es real y pinta un escalofriante panorama de abuso, negligencia y complicidad dentro de la iglesia católica norteamericana.
Estos son los datos. De 1950 a la fecha 4,392 sacerdotes católicos abusaron sexualmente de, por lo menos, 10,667 niños. Es decir, el cuatro por ciento de los 109 mil sacerdotes que ha ordenado la iglesia católica de Estados Unidos eran unos criminales. Pero el problema es que la mayoría de estos sacerdotes criminales no fueron acusados formalmente, juzgados y, mucho menos, encarcelados. Hay más: casi todos estos abusadores sexuales están en estos momentos en libertad.
Dos de cada tres de las víctimas fueron abusadas más de una vez. ¿Cómo? En muchos casos bajo los efectos del alcohol y en las casas de la parroquia donde oficiaban los padres. Estos sacerdotes tenían una clarísima predisposición homosexual ya que ocho de cada 10 de las víctimas eran niños menores de 18 años de edad. Es preciso resaltar esto ya que los homosexuales no son aceptados oficialmente dentro de la iglesia católica.
El presidente de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos, Wilton Gregory, asegura que en estos momentos ninguno de los sacerdotes involucrados en abuso sexual está oficiando misa o trabajando en colegios y seminarios. Es cierto; bajo la nueva política de “cero tolerancia” cientos de abusadores sexuales han sido expulsados de la iglesia. Pero el asunto está muy lejos de estar resuelto. El obispo Gregory se niega a dar la lista con los nombres de esos sacerdotes. Tampoco sabemos dónde viven ni a qué se dedican. ¿Cómo puede estar la iglesia tan segura de que estos criminales no volverán a atacar de nuevo a menores de edad? Con sotana o sin sotana, son peligrosos.
Uno de los elementos más preocupantes de este reporte es que obispos, cardenales y, quizás, hasta el mismo Vaticano encubrieron a los sacerdotes criminales. Preguntas: ¿A partir de qué momento se enteró el papa Juan Pablo II de estos abusos? ¿Qué hizo para detenerlos? El reporte, tristemente, no incluye ni una sola palabra al respecto.
Como latinoamericano, otra de las cosas que me preocupa y mucho es que la iglesia católica de América Latina haya intentado presentar todo esto como un “problema norteamericano” para limpiarse las manos. Sin embargo, basándome en las llamadas y correos electrónicos que he recibido desde que los primeros abusos fueron reportados por el diario The Boston Globe, es muy probable que este no sea únicamente un “problema norteamericano” y esté extendido también en otras partes del mundo.
Es muy difícil en América Latina cuestionar a la iglesia católica. Tiene un peso e influencia mucho mayor que en Estados Unidos y la prensa lo piensa tres veces antes de lanzar un ataque contra un sacerdote. Además, por esa misma autoridad es más fácil que oculten algún delito. Pero es preciso exigir en cada uno de nuestros países una investigación similar a la que se ordenó en Estados Unidos. Si el cuatro por ciento de los sacerdotes estadounidenses han sido abusadores sexuales de niños, estadísticamente existe la posibilidad de que en América Latina nos encontremos porcentajes similares. Después de todo, las condiciones en que se ha dado el abuso sexual y la complicidad de las autoridades eclesiásticas saltan las fronteras y las barreras geográficas.
El problema dentro de la iglesia en Estados Unidos, supuestamente, se ha limpiado. Pero en América Latina es posible que sacerdotes delincuentes, abusadores de menores de edad, se encuentren hoy en importantes posiciones de poder en iglesias, escuelas y seminarios. No denunciarlo es ser cómplice del crimen. Urge –insisto- una investigación sobre el abuso sexual a menores entre sacerdotes latinoamericanos.
La Pasión de Mel Gibson me tiene totalmente sin cuidado. No me preocupan personajes formados en la imaginación de un actor australiano sino seres humanos de carne y hueso que le hicieron daño a miles de niños y que gozan de inmunidad por el simple hecho de usar sotana. Este debiera ser un nuevo mandamiento: no te quedarás callado cuando sepas que alguien abusa de un niño.
Posdata multimillonaria. La revista Forbes ha incluido al dictador Fidel Castro en la lista de los hombres más ricos del mundo. La revista le atribuye una fortuna de 150 millones de dólares e ingresos anuales en el ámbito de los 20 millones de dólares. ¿Cuál es el origen de su fortuna? Parece que todo se inició por la venta de una empresa estatal a extranjeros. O sea, la robolución. ¿Saben cuál es el ingreso promedio de un cubano? 10 dólares al mes.