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LAS CUENTAS PENDIENTES DE SALINAS

Washington, DC.

Poco después de que Carlos Salinas de Gortari dejara la presidencia el 1 de diciembre de 1994, millones de mexicanos perdieron sus casas, sus ahorros, sus trabajos y México cayó en una de las peores crisis económicas en décadas. Pero el expresidente me dijo en una entrevista que toda la culpa no fue de él.

“El nuevo gobierno (de Ernesto Zedillo) le dice a un pequeño grupo de empresarios mexicanos que viene una devaluación”, me explicó, “y al mismo tiempo emitió una cantidad enorme de los llamados tesobonos, es decir, una deuda denominada en dólares que duplicó el saldo que habíamos dejado.”
-“¿Usted se está quitando la culpa de lo que ocurrió?” pregunté.

-“Al contrario”, me dijo, reconociendo que antes de entregar el poder había mucha ansiedad en el pais por el levantamiento zapatista en Chiapas y por los asesinatos del excandidato presidencial Luis Donaldo Colosio y del político priísta José Francisco Ruiz Massieu. “Nada más que ellos, con esas decisiones fatídicas de diciembre, y las siguientes, convirtieron un problema en una crisis.” Ellos son Zedillo y su gabinete.

-“Pero usted escogió a Zedillo”, le digo.

-“Era una decisión en la cual el presidente de la república, que provenía del PRI (Partido Revolucionario Institucional) tenía una gran influencia”, aceptó, para luego matizar que “si el PRI se hubiera resistido”, Zedillo no hubiera sido candidato.

Salinas de Gortari acaba de publicar su libro La Década Perdida. Y aunque asegura que el título no lo escogió él, critica duramente por más de 500 páginas las políticas “neoliberales” de Zedillo y Vicente Fox y las “populistas” de Andrés Manuel López Obrador. De 1995 al 2006, argumenta Salinas, la economía mexicana no creció como la del resto del mundo y no aprovecha el impulso que le da el Tratado de Libre Comercio.

Esa es una de sus cuentas pendientes. Otra es respecto a su hermano Raúl, quien fue acusado de ser el autor intelectual de la muerte de Ruiz Massieu y, según la justicia suiza, de recibir dinero del narcotráfico. “Los hechos han demostrado que ambas acusaciones fueron fabricadas”, me dijo el expresidente, y luego “exoneraron a mi hermano después de 10 años de injusto encarcelamiento.”

-“¿Pero no es acaso impunidad que su hermano se haya enriquecido abiertamente durante su presidencia?” cuestioné.

-“Mire, él está ahorita sujeto a un proceso –a lo que se llama enriquecimiento inexplicable; esperemos que el proceso concluya para ver si lo que se afirma y se promovió desde las esferas del gobierno se sostiene con los hechos o también fue una fabricación.”

La Procuraduría General de la República alguna vez reportó que Raúl Salinas tenía 123 propiedades; 37 en el extranjero y 86 en México. “Se ha decantado que unas (propiedades) ni siquiera eran de él”, me dijo el expresidente.

-“¿No le parece a usted muy raro cuando su propio hermano tiene documentación falsa, pasaportes falsos?”

-“Efectivamente y eso es un hecho por el cual fue sancionado”, contestó. “Lo reconoció y lo castigaron por eso y me pareció bien que lo castigaran, además.”

Salinas de Gortari asegura en su libro que tras su gobierno hubo menos libertad de prensa en México. Pero cuando le digo que su gobierno censuraba y presionaba a periodistas, responde que tiene una “lista” enorme de críticas, que permitió que los periódicos importaran su propio papel –no el estado- y que yo nunca fuí censurado en México durante su presidencia.

Cierto. Sin embargo, le recuerdo que yo trabajo para una empresa extranjera y, por lo tanto, no sufrí las presiones que tenían otros periodistas mexicanos de medios nacionales. “En cualquier lugar del mundo, el responsible de prensa de la oficina del presidente habla con los medios” me explicó. “Lo que había, sin duda, era una manera en que buscábamos transmitir mejor (nuestro) mensaje”. Y lo lograban, le dije.

Hay otra cuenta pendiente que tiene dos décadas. A casi 20 años de las controversiales elecciones del 2 de julio de 1988, Salinas de Gortari aún no acepta que hubo fraude y se negó a darle una disculpa pública al entonces candidato presidencial Cuauhtemoc Cárdenas. “Es la primera elección en la historia de México que está totalmente documentada en los archivos de la nación”, me dijo. “Y en las actas que están firmadas por los representantes de los candidatos de oposición, la suma de los votos demuestra que ganó el candidato del PRI.”

Pero hay otra versión. El sistema de computo de votos se cayó (y se calló) el día de la elección y no hubo resultados hasta una semana después; los votos de esa elección se quemaron convenientemente en 1992 –nadie los podrá recontar- y Salinas supuestamente ganó en 1762 casillas con el 100 por ciento de los votos.

Cuando le digo que el propio Cárdenas me dijo en una entrevista que “estamos convencidos (de que hubo fraude en 1988) el 99 por ciento de los mexicanos”, Salinas me respondió que “no sé qué encuesta haya hecho él…Que haya un reclamo de los que compitieron, yo lo entiendo, pero las 55 mil actas prueban oficialmente y avalan el resultado de la elección.”

Salinas de Gortari fue el presidente de las privatizaciones. Entre 1988 y 1994 privatizó más de 350 empresas estatales, incluyendo la de teléfonos. Y le pregunté sobre la propuesta del actual presidente Felipe Calderón de permitir que empresas privadas y extranjeras participen en la extracción, almacenamiento y distribución del petroleo mexicano.

“El presidente Calderón ha retomado el proceso de reformas en México y eso es bueno para el país”, me dijo el expresidente Salinas. “(El presidente Calderón y el ala reformista de los partidos políticos) están llegando a consensos y acuerdos para que puedan darse las reformas que el país necesita para volver a crecer.”

El libro, su segundo, está dedicado a sus 6 hijos, incluyendo Mateo, el más pequeño, quien acaba de cumplir dos años de edad. Y le pregunté si su interés al escribir este libro era limpiar su nombre y el de su familia.

“En esta vida todo el mundo tiene derecho a su reputación”, me dijo para concluir una conversación de casi 40 minutos. “Y cuando hay un debate sobre ella, tambien tengo derecho a participar en el debate. Yo estoy en el debate, en la batalla de las ideas y es en la que me propongo permanencer.”

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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