A solo unos días del traspaso del poder en Irak, aún hay serias dudas sobre las verdaderas razones por las que Estados Unidos decidió iniciar la guerra contra el gobierno de Saddam Hussein. La comisión independiente que investiga los actos terroristas del 11 de septiembre del 2001 (9/11) concluyó que “no tenían ninguna evidencia de que Irak y (el grupo terrorista) Al Kaeda cooperaron en ataques contra Estados Unidos.” Así, queda muy cojo el razonamiento para lanzarse a la guerra.
La principal conclusión de la comisión de que no había una “relación de colaboración” entre Saddam Hussein y el grupo de Osama bin Laden cuestionó seriamente la credibilidad del gobierno del presidente George W. Bush respecto a la guerra en Irak. Y el cuestionamiento es legítimo: si Saddam, a pesar de ser un terrible dictador, no tuvo nada que ver con la planeación y ejecución de los actos que le costaron la vida a casi tres mil personas el 9/11 ¿por qué se decidió atacarlo?
El gobierno de Bush, percibiendo correctamente que se tambaleaba su credibilidad, contratacó en los medios de comunicación. “Esta administración nunca dijo que los ataques del 9/11 fueron orquestrados por Saddam y Al Qaeda”, expresó el presidente Bush ante la prensa. “Pero sí dijimos que hubo numerosos contactos entre Saddam Hussein y Al Kaeda.” De hecho, se dijo mucho más que eso.
El propio presidente, en su ya famoso discurso el primero de mayo del 2003 en el portaviones U.S.S. Abraham Lincoln, dijo textualmente que con la caída de Saddan Hussein “hemos removido a un aliado de Al Kaeda”. Y el vicepresidente, Dick Cheney, en septiembre del 2003, aseguró que “había una relación entre Irak y Al Kaeda que se remonta a la década de los años 90…” Ambos, Bush y Cheney, le dieron la impresión a muchos norteamericanos de que había una estrecha vinculación entre Saddam Hussein y Al Kaeda. Tanto así que varias encuestas han indicado que millones de norteamericanos creían equivocadamente que Saddam estuvo detrás de los actos del 9/11. Nunca hubo una campaña gubernamental para corregir esa falsa impresión porque, obviamente, esa confusión ayudaba a reforzar el apoyo de los estadounidenses por la guerra.
La otra razón por la que se inició la guerra en Irak, según el gobierno de Bush, es por las supuestas armas de destrucción masiva. Pero dichas armas no han aparecido por ningún lado. Parece ser que, después de todo, los esfuerzos de Naciones Unidas por desarmar a Saddam durante más de una década sí fueron efectivos. Ante la ausencia de esas armas es difícil afirmar que Saddam era una amenaza inminente para Estados Unidos.
No queda la menor duda que Saddam Hussein era un tirano despiadado, responsable de miles de muertes en Irak. Tampoco queda la menor duda que el futuro de Irak será mucho más promisorio sin Saddam. Pero si Saddam no tuvo nada que ver con el 9/11 y si no se encuentran armas de destrucción masiva en Irak, la pregunta es ¿cómo se justifica la muerte de más de 800 soldados norteamericanos? ¿Cómo se explica la muerte de más de 10 mil civiles iraquíes, según cálculos de Amnistía Internacional? ¿Cómo?
Si la guerra contra Irak hubiera generado una disminución significativa de los actos terroristas contra Estados Unidos y sus aliados, sería más fácil de entender la decisión de lanzarse a la guerra. Pero el propio Departamento de Estado norteamericano acaba de reconocer públicamente que en el año 2003 hubo más amenazas y actos terroristas contra norteamericanos que en el 2002.
Tras ver como han decapitado a tres norteamericanos –Daniel Pearl, Nick Berg y Paul Johnson- en el medio oriente y como todos los días hay ataques contra los soldados estadounidenses en Irak, parece cumplirse la predicción del presidente francés, Jacques Chirac, de que la guerra contra Irak, lejos de disminuir los actos terroristas, crearía “mil pequeños bin Ladens.” Y me temo que habrá más actos barbáricos contra norteamericanos en esa región del mundo.
Ya sabemos que la guerra no se comenzó porque Saddam estuviera involucrado en los actos del 9/11. También sabemos que no fue porque tuviera armas de destrucción masiva. Ahora es preciso saber cuáles son las verdaderas razones por las que se inició la guerra contra Irak. La verdad; es lo menos que se merecen quienes están peleando –y muriendo- en Irak.