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LEONES QUE CAZAR

Nueva York

“Todos tenemos que cazar un león”, le dijo el escritor colombiano Gabriel García Márques a su amigo el periodista Plinio Apuleyo Mendoza. “Algunos hemos llegado a hacerlo. Pero temblando.” El león de García Márquez era la literatura. Y después de escribir Cien Años de Soledad y El Otoño del Patriarca el premio nobel vino como de postre. Lo importante era cazar su león no el nobel.

Los periodistas también tenemos muchos leones que cazar. A veces vienen en forma de noticias; otras, como investigaciones o denuncias. Pero la mejor cacería es cuando uno consigue una entrevista exclusiva después de mucho tiempo de buscarla y cuyo contenido se convierte en un bombazo. Eso es muy sabroso.

Así me ocurrió recientemente cuando pude entrevistar al expresidente mexicano Carlos Salinas de Gortari tras seis años de negativas. El presidente de Venezuela, Hugo Chavez me obligó a perseguirlo en avioneta y helicóptero hasta la frontera con Colombia antes de sentarse a platicar conmigo. Y al líder independentista puertorriqueño Rubén Berríos lo tuve que ir a buscar a su recóndito campamento en la bombardeada isla de Vieques. Tres leones cazados.

Y al igual que los novelistas y los periodistas, las sociedades y comunidades tienen sus leones que cazar. Por ejemplo, los latinos en Estados Unidos somos muchos pero aún no tenemos el poder (político, económico, en los medios de comunicación…) que nos corresponde. Ese es nuestro león fugitivo.

El último censo estableció que eramos 35,305,818 de hispanos en Estados Unidos en el año 2000. En realidad creo que somos cerca de 41 millones porque esas cifras no especifican si los seis millones de inmigrantes indocumentados fueron debidamente contados. Pero aún aceptando las cifras más conservadoras los latinos somos el 12 por ciento de la población en Estados Unidos. El segundo grupo después de los blancos anglosajones.

A pesar de las impresionantes cifras de crecimiento –18 de cada 100 nacimientos son de madres hispanas, cada día entran y se quedan en Estados Unidos mil inmigrantes indocumentados y la mayoría del millón de inmigrantes legales cada año provienen del sur de la frontera- los latinos estamos muy rezagados en representación política. Siendo el 12 por ciento de la población nos corresponderían 52 puestos en la cámara de representantes en Washington. En cambio, sólo hay 19 congresistas latinos. Deberíamos tener 12 senadores y por lo menos cinco gobernadores latinos. No existe ni uno.

Hay más latinos que afroamericanos en este país. Pero la población negra ha aprendido mucho mejor que nosotros el juego de la política. Ellos tiene 39 congresistas, 20 más que nosotros. ¿Por qué?

Bueno, por principio, porque han logrado transformar la discriminación que históricamente han sufrido en un asunto de importancia a nivel nacional. Y porque los negros no tienen problemas migratorios como millones de hispanos. Pero conforme aumente el número de ciudadanos latinos se materializará el poder político de los hispanos en las urnas. Antonio Villaraigosa no será alcalde de Los Angeles porque los latinos, a pesar de ser el 46 por ciento de la población en esa ciudad, fueron sólo el 21 por ciento de los votantes en las pasadas elecciones.

En los medios de comunicación existe también un gap, un vacío, que perjudica a los latinos. Sólo el dos por ciento de los personajes de ficción en la televisión norteamericana son hispanos y únicamente el 1.3 por ciento de las noticias en las tres principales cadenas televisivas -ABC, NBC y CBS- son reportadas por corresponsales latinos (segun el Center for Media and Public Affairs).

En la publicidad el maltrato a los hispanos es igual de discriminatorio. Los medios de comunicación en español en Estados Unidos –particularmente en ciudades como Miami, Chicago, Los Angeles, San Antonio y esta Nueva York donde pelean por el primer lugar de sintonía en radio y televisión- reciben únicamente el 1.5 por ciento de los presupuestos de publicidad de las empresas y corporaciones norteamericanas. ¿Por qué? Quisiera pensar que es pura ignoracia aunque pudiera ser puro racismo.

A pesar de los anteriores ejemplos de disparidad e injusticia en la repartición del pastel político y mediático para los hispanos en Estados Unidos, seguimos creciendo. El poder adquisitivo de los latinos en el 2000 era superior a los 400 mil millones de dólares al año y se duplicará en ocho años. Esto ya es más que el poder adquisitivo de Argentina, Colombia, Chile, Perú y Venezuela.

Aquí, en el reino del dólar, quizás todavia no nos hagan el caso debido en la política y en los medios de comunicación. Pero sin duda quieren nuestro billete. Y cuando se den cuenta de nuestro poder económico vamos a poner a muchos a decir en español: “hola amigo”.

Así vamos todos de caceria. Unos escribiendo novelas o buscando noticias. Y otros –como los latinos en Estados Unidos- esperando que los demás reconozcan nuestra peculiar existencia.

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