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LOPEZ OBRADOR: “SOY EL PRESIDENTE DE MEXICO”

Ciudad de México.

Llegó 10 minutos antes de lo acordado. Sin prisa. Solo lo acompañaba su jefe de prensa. Ya venía maquillado de otra entrevista que acababa de hacer para la televisión mexicana. Pero, igual, se tomó el tiempo para pensar lo que iba a decir, mientras se revisaba en un espejo la corbata entre morada y rosa sobre un traje café. Las canas estaban recién recortadas.

Esperaba encontrarme a un candidato presidencial exhausto, tenso, nervioso, malhumorado, pisándose las ojeras. “No ha sido un día de campo”, me dijo. Sin embargo, me encontré a un Andrés Manuel López Obrador relajado, dicharachero y con una buena dosis de sentido del humor. “Quedé exprimido como un limón”, me diría al final de la entrevista con una sonrisa.

Esta era la tercera entrevista que tenía con el líder del Partido de la Revolución Democrática. Lo sentí en paz con sus decisiones. Las dudas que percibí en las dos ocasiones anteriores habían desaparecido. Esta vez habló sin dar vueltas.

Entramos a un cuarto oscuro donde nos esperaban, ya rodando, tres cámaras de televisión. Una luz caía sobre su cara y mientras le ponían el micrófono se quedó varios segundos con la mirada perdida. Yo tenía sobre mis rodillas una lista de casi 30 preguntas apuntadas a mano en un block de papel amarillo. Apenas el día anterior me había confirmado la entrevista y estuve a minutos de perder el último vuelo de Miami a la ciudad de México. Llegué.

Me encontraba, tras mucho insisti, frente al hombre que estaba haciendo noticia y que había puesto a México al borde de una crisis electoral sin precedentes. A pesar de los resultados oficiales que indicaban que el candidato del Partido Acción Nacional, Felipe Calderón, le había ganado por 243 mil votos (o el 0.58 por ciento del total), López Obrador se rehusaba a reconocer su derrota. Por el contrario, en la entrevista me diría que él era el presidente y que la elección fue fraudulenta de principio a fin.

Mi primer misión era entender cómo se dió, según López Obrador, el fraude. “Podemos hablar de dos momentos”, me explicó. El primero fue “todo lo que significó la falta de equidad antes de la elección: el manejo inequitativo en espacios de radio y televisión, el uso del dinero, el uso indebido, ilegal, de las instituciones y de los programas gubernamentales para apoyar al candidato del PAN, la intervención del presidente (Vicente Fox), la guerra sucia…(Y) y la intervención del Consejo Coordinador Empresarial. La ley establece expresamente que no deben participar organizaciones civiles o ciudadanos con spots de radio y televisión.”

“Si usted ve en todo esto un fraude ¿por qué no se retiró?” le pregunté. “Porque yo pensaba que con todo les ibamos a ganar”, contestó, para luego añadir que “sí, al final de cuentas, les ganamos.”

La segunda parte del fraude, según López Obrador, se dió después de la elección del domingo 2 de julio del 2006. No fue, de acuerdo con su versión, un fraude cibernético sino “a la antiguita.”

“El fraude está en la falsificación de actas”, me dijo. “Hay un número determinado de actas que están falsificadas en donde hay más votos que boletas…Un millón y medio (de votos). Probado…Es una documentación oficial. Tenemos toda la información.”

El PRD se convirtió en la segunda fuerza política de México tras las elecciones del 2006. Los perredistas tendrían una fuerte presencia tanto en la cámara de diputados como en el senado. Entonces “¿cómo le pudo ir tan bien a su partido y usted perder la elección presidencial? ¿No hay una contradicción aquí?”

“No es una contradicción”, respondió. “Imagínage. Gano 16 estados, incluyendo los tres más poblados -el Distrito Federal, el estado de México y Veracruz, y pierdo la presidencia. Es inexplicable.”

“¿Quién estuvo detrás del fraude?” lo cuestioné. “Fox, el candidato del PAN (Felipe Calderón) y sí, desde luego, el Instituto Federal Electoral (IFE) y otros actores.” Cuando le dije que esto implicaría que cientos o, quizás, miles de mexicanos se hubieran coordinado para que él perdiera, López Obrador respondió “que no hace falta que se coordinen muchos”, que bastaba una “cupula” de líderes para realizar el fraude. Para el candidato perredista, el presidente Fox era un “traidor a la democracia.”

La pregunta era hasta dónde estaría López Obrador a llegar. “El límite es la no violencia”, dijo, “o para expresarlo de otra manera, es un movimiento pacífico.” Durante la entrevista el perredista recordó que cuando Vicente Fox fue candidato a la gubernatura de Guanajuato en 1991 y perdió por un fraude, tomó varias carreteras y el aeropuerto de la ciudad de León. Cuando le pregunté si él descartaba, por ejemplo, tomar el aeropuerto de la ciudad de México si no había un recuento de todos los votos, se limitó a decirme que haría “todo lo que pueda significar defender el voto, defender la democracia.”

López Obrador estaba a punto de cumplir los 53 años de edad y no era ningun secreto que para las elecciones del 2012 pudiera haber candidatos del PRD más jóvenes y presidenciables, como Cuauhtemoc Cárdenas Batel, el gobernador de Michoacán, y el nuevo alcalde de la ciudad de México, Marcelo Ebrard. “Yo ya no podría (en el 2012)”, estableció López Obrador. “Yo por convicción estoy en contra de la reeleción. Yo ya soy presidente.”

Sinceramente, su declaración me tomó por sorpresa, al igual que a la veintena de personas que estaban presenciando la grabación de la entrevista de casi media hora. Por eso insistí.

-“¿Usted se siente presidente?”
-“Yo gané la elección presidencial”, explicó López Obrador. “Sí, yo soy el presidente de México. Yo soy el presidente de México por la voluntad de la mayoría de los mexicanos.”
-“Eso es fuerte”, comenté
-Sí, y lo que quiero es el recuento. Yo gané la elección presidencial.”

López Obrador calculaba que el recontar todos los 41 millones de votos de las elecciones de julio del 2006 tomaría seis días y que eso era mejor que seis años de inestabilidad política, sospechas y con un presidente ilegítimo. “Lo que le estoy proponiendo a (Calderón) que para disipar las dudas, para que no haya sospechas, para que haya legitimidad, que se haga un recuento de votos”, declaró. “El que nada debe nada teme. Si (Calderón) dice que ganó la elección ¿por qué se opone al recuento de votos?”

Calderón había contestado, a través de una carta, que el recuento de votos no dependía “de lo que los candidatos opinemos, sino de lo que la ley dispone.” Pero López Obrador lo que quería de Calderón era su disposición personal, no un permiso legal, para contar todos los votos (al igual que se había hecho en la disputada elección presidencial en Costa Rica que ganó Oscar Arias con un 0.70 por ciento de ventaja).

-“¿Tiene miedo que lo maten?” le pregunté. “¿(Tiene miedo) que haya gente que trató de que usted no llegara a la presidencia y que ahora digan, bueno, si sigue presionando lo matamos?”
-“No.” dijo cortante. “Tengo miedo como todos los seres humanos pero no soy un cobarde.”

-“¿Le molesta, y con esto terminamos, que lo puedan acusar de mal perdedor (o de) revoltoso?”
-“No”, contestó. “No me afecta eso. Porque estoy bien con mi conciencia, estoy bien conmigo mismo, tengo convicciones, tengo principios, estoy defendiendo una causa justa, entonces no me preocupa. Además, no tengo la piel de gallina. Ya llevo tiempo en esto y sé enfrentar adversidades.”

-“¿Y el presidente de México es usted, según usted?” fue mi última pregunta.
-“Sí”, dijo para concluir. “En el recuento yo gano la elección. A pesar de los pesares, a pesar de todo el fraude, nosotros ganamos el 2 de julio.”

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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