De Andrés Manuel López Obrador se pueden decir muchas cosas, menos que pasa desapaercibido. Tampoco se puede decir que le cae bien a todos en México; suele despertar apoyos muy fuertes y rechazos igualmente poderosos. Como quiera que sea, no se puede hablar de la política mexicana a principios del siglo 21 sin las siglas AMLO.
Todavía hoy, a casi dos años de las elecciones presidenciales de julio del 2006, insiste en que un fraude evitó que llegara a Los Pinos. “”Nos robaron la presidencia de la república”, me dijo en una entrevista. “Hubo un fraude; no solo lo sostengo yo, sino millones de mexicanos.”
Felipe Calderón, para López Obrador, no es el presidente de México. “Hubo una convención nacional democrática y se me eligió como presidente legítimo de México”, me explicó, “cosa que me llena de honra y que estoy desempeñando.”
Cuando le pregunté si el comercial durante la campaña electoral en que lo compararon con Hugo Chávez fue definitivo para su derrota, insistió en el asunto del fraude. “Lo que más nos afectó es que falsificaron las actas y rellenaron las urnas”, continuó. “Nosotros ganamos con amplio margen a pesar de la campaña publicitaria en contra nuestra que, por cierto, no ha cambiado. En México no hay democracia, no hay una prensa completamente libre.”
-¿A qué se refiere?” le pregunté. “¿Cómo lo cubren los medios?”
-“Muy poco”, respondió. “Padecemos de un cerco informativo. El régimen tiene mucho control de los medios de comunicación…Hay honrosas excepciones…Funciona, sencillamente, manipulando a la gente, dando a conocer nada más el punto de vista del gobierno de Calderón…No hablan, por ejemplo, de que se quiere privatizar el petroleo.”
Esa es la nueva lucha de López Obrador y su Partido de la Revolución Democrática (PRD). Se oponen a la propuesta de Calderón de permitir que empresas privadas y extranjeras colaboren en la expropiación, almacenamiento y distribución del petroleo mexicano. “Es una privatización general de la industria petrolera”, me dijo el excandidato presidencial, poniendo en duda la promesa de Calderón de que el petroleo mexicano no terminaría en manos privadas.
Miembros de su partido, junto a otros del llamado Frente Amplio Patriótico, tomaron por la fuerza y durante varios días ambas cámaras del congreso mexicano. Esto ocasionó fuertes críticas en la prensa nacional. Incluso el propio presidente Calderón, en una conferencia de prensa en Nueva Orleans, dijo que esos comportamientos por parte del PRD “sencillamente los ponen en ridículo”.
Pero López Obrador no ve nada antidemocrático en la toma del congreso. “Se logró que no hubiese ese madruguete” que tenía por intención aprobar la reforma energética “sin que el pueblo de México conociera los pormenores”, justificó AMLO.
“Y se logró también que se lleve a cambio un amplio debate nacional.”
Todo esto ocurre mientras el PRD vive una crisis interna. No ha podido escoger a su dirigente nacional, en medio de acusaciones de fraude y malos manejos. “Espero que se resuelva de la mejor manera posible”, comentó. Y luego reconoció que, “desde luego, nos afecta que se estén proyectando estas imágenes de división al interior del PRD.”
López Obrador ha sido muy cuidadoso respecto a los cuatro jóvenes mexicanos que murieron por un ataque colombiano a un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Ecuador. Pero igual pregunté: “Si usted fuera presidente de México ¿cómo hubiera reaccionado?”
-“Yo hubiese defendido a los mexicanos”, respondió. “Yo creo que cualquier mexicano que pierda la vida requiere la protección de su gobierno”. Calificó como “apresurados” los juicios del presidente de Colombia, Alvaro Uribe, al decir que esos jóvenes mexicanos eran “terroristas”.
“No está debidamente comprobado”, continuó el líder perredista. “Tiene que haber un proceso de investigación para llegar a esa conclusión…Pero, independientemente, yo creo que el gobierno de México tiene que defender a los conciudadanos, tiene que defender a los que perdieron la vida en Ecuador.”
Por supuesto, no podía terminar la entrevista sin preguntarle sobre sus aspiraciones presidenciales en el 2012. “¿Se opondría a que el alcalde de México, Marcelo Ebrard, lanzara su candidatura?”
-“Mira, falta mucho para eso”, me dijo. “Lo que si quiero dejarte en claro es que yo no lucho por cargos públicos, nosotros luchamos por ideales, por principios. Nosotros queremos una transformación del país. En su momemto se va a valorar quien de nuestro movimiento está mejor posicionado. Y yo no voy a actuar de manera egoísta, no soy un ambicioso vulgar. En su momento se tiene que postular a quien representa mas posibilidades de triunfo.”
Y terminamos la entrevista como la comenzamos, hablando de las elecciones. “Ya ganamos” (en el 2006), insistió López Obrador. Y en el 2012 “sería volver a ganar.”