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LOS 20 DE MARIA ELENA

María Elena Salinas cumple 20 años como reportera y quiero contarles, un poquito, de la María Elena que yo conozco. Este debe ser uno de los artículos más fáciles que he escrito. Después de todo trata sobre alguien a quien conozco más años que a mi esposa, con quien he pasado más tiempo que con mis hermanos, con quien he compartido algunos de los eventos históricos más importantes de nuestro tiempo, con quien me he mudado de ciudad en dos ocasiones, con quien he viajado por todos lados y con quien comparto, todos los días y durante más de una década, la misma oficina.

Nos conocemos tanto que, con una mirada o por la forma en que entra a la oficina, yo ya sé si está de buenas o de malas. Al aire, haciendo el Noticiero Univision, no es necesario que nos digamos mucho; con un silencio o un par de palabras, ya sabemos a quién le toca leer la siguiente noticia, a quién hacer la entrevista, a quién tirar a comerciales.

Ella, estoy seguro, conoce de memoria todos mis trajes, camisas y corbatas. Sabe cuando repito ropa, sabe qué combinaciones me quedan bien y cuáles parecen sacadas de un manicomio. Hace poco me regaló un par de corbatas y entendí perfectamente la indirecta; revisé mi closet y, sí, ya era momento de cambiar mi guardarropa y ponerme al día con los colores y estilos de moda.

Llevamos tanto tiempo al aire que mucha gente cree que estamos casados. “¿Dónde dejaste a María Elena?”, me preguntan muchas veces cuando estoy viajando. “En la casa”, suelo contestar. La verdad ya me cansé de explicarle a la gente que el hecho de que trabajemos juntos ocho, nueve, diez horas diarias no significa que vivamos juntos.

Aunque a veces parece.

Como toda pareja, tenemos nuestras altas y bajas. A veces platicamos mucho y de todo y nos vemos en fiestas y reuniones fuera del trabajo. Otras, mantenemos la distancia y nos encerramos en nuestros rollos. Aunque, la verdad, compartiendo la misma oficina por tanto tiempo, sólo por el tono de la voz sabemos si una llamada telefónica es personal o de trabajo y basta un comentario para ponernos al día. Pero lo que sí es sorprendente es que hemos tenido una extraordinaria relación de trabajo por una década y media y nunca nos hemos alzado la voz ni nos hemos peleado seriamente.

Claro, tenemos nuestras diferencias. Ambos somos muy competitivos en lo que hacemos; es, creo, la única manera de sobrevivir en este negocio. Y también los dos tenemos nuestro carácter e ideas muy fijas (para no decir que somos testarudos). En varias ocasiones los dos hemos querido la misma entrevista, el mismo viaje, el mismo reportaje. Aunque, tarde o temprano, los asuntos se resuelven y volvemos a nuestra rutina de cubrir guerras, avionazos, crisis militares, golpes de estado…ya saben, un día normal de trabajo. Hay espacio para los dos sin pisarnos los callos.

Pero más que hablar de nosotros, aquí quería hablar de ella, de María Elena. Quizás, por esa cercanía, me ha tocado conocer a alguien que ustedes, cuando la ven en televisión, no acaban de comprender en su totalidad. Si pudiera describirla con una sola palabra, utilizaría la de “luchadora”.

María Elena es hija de inmigrantes mexicanos y desde que era una niña tuvo que aprender a ayudar a la familia y a trabajar para salir adelante. Incluso hoy en día sigue siendo el pilar económico y emocional de su familia; fue la hermana chiquita pero todos saben que en realidad es la grande. La imposibilidad de continuar sus estudios la ha compensado con esfuerzo, dedicación y una pasión por el detalle. Conozco a pocos reporteros que luchen casi de manera personal por asegurarse que un dato o una cifra en una noticia sea la correcta.

A veces, cuando la veo –acabadita de salir del salón de belleza, vestida con ropa muy buena, decorando su casa o manejando un lindo auto azul convertible- no puedo dejar de pensar que esa es la misma niña güerita que tuvo que luchar mucho para conseguir lo que tiene; tanto su padre como su madre –ella lo sabe- estarían muy orgullosos de ver lo que ha logrado. No me extraña, por lo tanto, que escuelas y universidades la cataloguen como ejemplo o “role model” de la juventud latina y la inviten a dar conferencias.

No hay nada que María Elena crea que no puede hacer. Y ese es el secreto de su éxito. Es persistente como pocas y no recuerdo muchas entrevistas o reportajes que ha intentado hacer que no haya conseguido. Cuando algo se le mete entre ceja y ceja…¡cuidado! Tanto en su niñez y adolescencia como en su carrera profesional, ella ha demostrado que querer es poder.

Hace poco la escuchaba hablar sobre fútbol soccer con Julia, una de sus hijas, y ella le decía: “no te dejes empujar por nadie, agarra el balón y corre, corre y corre hasta llegar a la portería”. María Elena ha hecho lo mismo en su vida; no se ha dejado empujar por nadie y corre, corre y corre hasta alcanzar sus metas.

Ella está conciente, también, que le tocó crecer en un mundo de hombres y que salir adelante le ha costado más por ser mujer. De vez en cuando murmura quejas contra el machismo. Pero en lugar de tomar una actitud pasiva al respecto, se resiste como un buen boxeador y respinga hasta lograr lo que para ella es justo. La verdad, no me gustaría tenerla como enemiga y cuando anda enojada ya sabemos que no hay que acercarse mucho. Por si las moscas… No es de las que trata de quedar bien con la gente o explotar sus contactos; prefiere ganar por méritos propios.

Creo que el reto más difícil para María Elena no ha sido el salir adelante de los problemas económicos de su juventud, ni el convertirse en reportera, ni el ser considerada una de las comunicadoras latinas más influyentes de los Estados Unidos. No. El principal reto de María Elena es encontrar balance en su vida.

María Elena es alguien que lo quiere todo; éxito profesional, estabilidad financiera, familia, amigos, contribuir a la sociedad…Pero es muy difícil ser periodista, mamá, amiga, ama de casa, esposa y heroína…en sólo 24 horas al día.
Y en esas anda mi amiga; buscando ratitos para escribir artículos para la internet y comentarios de radio, preparando reportajes y entrevistas para la televisión…además de ser mamá, hacer ejercicio, ser chofer de sus hijas, cocinar y organizar fiestas o reuniones…

Estos 20 años de María Elena en el periodismo no han sido fáciles para ella. No ha habido muchos saltos; sus éxitos los logró paso a paso, uno por uno. Y por eso se merece todo el reconocimiento que ha recibido. Ha logrado casi todo lo que se ha propuesto. Y digo casi todo porque nunca dejan de sorprenderme sus deseos de hacer más y más.

Tenemos María Elena para rato. Veinte años en la televisión, estoy seguro, le parecen poco…para suerte de todos nosotros.

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