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LOS INVISIBLES

Qué ironía. Los más afectados por el actual debate migratorio en Estados Unidos no pueden participar en las discusiones. Todo el mundo está hablando de los indocumentados pero sus caras rara vez aparecen por televisión. Y si lo hacen, sus voces nunca se escuchan. Sin embargo, los indocumentados benefician incluso a sus más duros críticos y a quienes los quieren deportar a sus países de origen.

Estos trabajadores, aunque estén ilegalmente en Estados Unidos, contribuyen enormemente a la economía y cultura del país. Además están reemplazando a los trabajadores que empiezan a retirarse. Este es un mejor país y más fuerte gracias a los indocumentados. Simplemente, comemos lo que ellos cosechan y vivimos en los hogares que ellos construyen.

Déjenme ser muy claro: la mayoría de los indocumentados no son criminales ni terroristas. Los 12 millones de indocumentados no tuvieron nada que ver con los actos terroristas de 11 de septiembre del 2001. Y se merecen quedarse aquí.

Lo que se está discutiendo en Washington no es una amnistía ni un perdón. Pero llámenle manzana si lo prefieren. Se trata de la única solución posible. La alternativa

–encarcelar y deportar a millones de extranjeros- es impráctica e injusta.

Tras 20 años cubriendo el mercado latino en Estados Unidos sé que estos inmigrantes se van a agarrar de cualquier cosa que les evite las redadas, las deportaciones y la separación de sus familias. Incluso si tienen que esperar más de 8 años y pagar una multa de cinco mil dólares. Peor es nada, dicen con razón.

Una de las partes mas controversiales de la actual propuesta migratoria es la de los cientos de miles de trabajadores temporales que serían admitidos cada año. El plan es que regresen a sus países de origen después de los primeros dos años. Pero les tengo noticias. Nunca van a regresar. Por eso hay que hacer residentes permanentes a estos trabajadores temporales. De lo contrario se crearía un subclase explotada, discriminada y desesperanzada.

Como quiera que sea, el flujo migratorio al norte no parará. Mientras un mexicano gane cinco dólares al día en su país y haya un trabajo para él en Estados Unidos donde gane 100 o 150 dólares al día, seguirán llegando. Así que, en lugar de que rompan la ley, hay que dejarlos venir legalmente. Estados Unidos los necesita.

Claro que Estados Unidos tiene el derecho de proteger sus fronteras. Pero extender el muro no es la solución. Incluso si el congreso se llena de voluntad y de dólares para tener mil millas de muro, habría todavía otras mil millas sin cerca. Los coyotes y sus pollitos cruzarán, entonces, por lugares cada vez más peligrosos.

Más muro significa más muertes. En el año fiscal 2006 murieron 432 inmigrantes en la región fronteriza.

Si el congreso no aprueba una reforma migratoria, los hispanos se vengarán en las próximas elecciones del 2008. Por cada inmigrante indocumentado habrá un votante latino. Y los latinos apoyan ampliamente la legalización.

Solo el 26 por ciento de los hispanos votaron por el partido Republicano en las elecciones del 2006. Y si los Republicanos no apoyan una reforma migratoria, los votantes latinos se van a acordar.

De la misma manera, si el partido Demócrata da por un hecho el voto hispano y no saca adelante esta reforma, los votantes hispanos no van a perdonar. Ya ven lo que le paso al excandidato presidencial John Kerry en el 2004.

Es muy posible que George W. Bush no pueda ganar en Irak pero todavía puede ganarse el corazón de los hispanos. Esta es su última oportunidad de cumplir su promesa electoral del 2000 de tratar a todos los inmigrantes con compasión.

Además, las condiciones se están dando para una nueva relación entre Estados Unidos y México. El presidente Felipe Calderón no es Vicente Fox. No va a buscar un acuerdo migratorio. Su prioridad es atraer nuevas inversiones a México para que los mexicanos no se tengan que ir a Estados Unidos. Esta es una estrategia que tiene mucho sentido a largo plazo. Estados Unidos debería aprovechar el momento político.

Al final de cuentas, el problema de la inmigración indocumentada se resume en millones de personas que son invisibles para la mayoría de los norteamericanos. Y hay una pequeña ventana de oportunidad para hacerlos visibles.

Estados Unidos está ante una clara disyuntiva: respeta y refuerza esa histórica tradición de apoyar a los recién llegados o se cierra y condena a millones a vivir en una especie de apartheid.

Muy pronto sabremos hacia dónde se dirigue este país.

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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