No hay nada que una más a los mexicanos que una crítica a su país proveniente de Estados Unidos. Nada. Incluso políticos de partidos que suelen tener puntos de vista opuestos, dejan a un lado sus diferencias y denuncian, con una sola voz, las críticas norteamericanas. Y ahora México está viviendo uno de esos momentos.
El análisis del nuevo director de la CIA, Porter Goss -de que México es un flash point o “punto de conflicto” en América Latina y de que las “campañas para las elecciones presidenciales en México seguramente detendrán el progreso en las reformas fiscal, laboral y enérgética”[1]- generó airadas protestas dentro y fuera del gobierno mexicano. La molestia fue aún mayor porque Goss metió a México en el mismo saco con Haiti, Cuba, Colombia y Venezuela. O sea, que México no es para Estados Unidos un país “especial” por el simple hecho de ser vecinos. Chin.
Ya es hora que nos demos cuenta que México, en estos momentos, no es una prioridad para Estados Unidos. Basta de sueños guajiros. Estados Unidos no está viendo al sur; está viendo al medio oriente. Por lo tanto, lo único que podría preocuparle a Estados Unidos es si en México se diera una situación de inestabilidad por las próximas elecciones que, a su vez, generara un peligro en su frontera sur.
Ante el escenario planteado por el jefe de la CIA, el precandidato presidencial y actual secretario de gobernación de México, Santiago Creel, se dio duros golpes de pecho y dijo que “la CIA está mal informada” y que la elección presidencial del 2006 “no se trata de un conflicto; se trata de una competencia electoral.” Sin embargo, desde Estados Unidos se ve muy claro que sí existe un serio conflicto en México.
¿Acaso no es un conflicto el actual proceso de desafuero en contra del alcalde de la ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador? López Obrador, quien está al frente de todas las encuestas entre posibles candidatos presidenciales para el 2006, ha planteado el asunto del desafuero como un enfrentamiento con el actual gobierno. “El proceso de desafuero es un complot orquestado por la presidencia de la república”, ha dicho el alcalde. Es decir, desde su punto de vista, la supuesta violación de una orden judicial es la excusa que está usando la presidencia (y el congreso) para sacarlo, por las malas, de la próxima contienda presidencial.
Y estos son los detalles del conflicto: el alcalde de la ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, pudiera perder su puesto y ser encarcelado por desobedecer una orden judicial. Dicha orden le prohibía construir un camino de acceso a un hospital en un terreno que es propiedad privada. Pero el gobierno capitalino no hizo caso a la orden, construyó el camino y ahora el alcalde pudiera perderlo todo: su libertad, su trabajo y la posibilidad de lanzarse como candidato a la presidencia.
Es posible, sí, que el gobierno de López Obrador haya violado la ley. Pero ¿se trata de una infracción tan grave como para descalificarlo como candidato a la presidencia? La respuesta está ahora en el congreso que, en unas semanas, decidirá si López Obrador es desaforado o no. Mientras tanto, esto es un verdadero conflicto.
El escenario de inestabilidad en México que sugirió el director de la CIA no es tan descabellado. ¿Qué pasa si López Obrador es encarcelado y cientos de miles salen a protestar exigiendo su libertad? Conflicto e inestabilidad. ¿Que pasa si le prohíben lanzar su candidatura presidencial y sus partidarios se rehúsan a aceptar el dictamen oficial? Conflicto e inestabilidad. ¿Que pasa si López Obrador gana las elecciones de julio del 2006 y sigue pesando sobre él un manto de ilegalidad? Conflicto, inestabilidad e ingobernabilidad.
La historia, tristemente, nos demuestra que todas las grandes transiciones que ha vivido México se han dado en escenarios de violencia e inestabilidad. Y no me refiero únicamente a la independencia y a la revolución; incluso la transición de un sistema autoritario a una democracia en el año 2000, estuvo precedida por eventos violentos, como la masacre de estudiantes en Tlaltelolco en 1968 y los asesinatos de opositores políticos. La pregunta, aún sin respuesta, es si la democracia mexicana ha madurado tanto en cinco años como para superar todos sus conflictos en paz y sin violencia.
Lo curioso de este asunto es que la prensa mexicana está inundada con comentarios sobre el actual conflicto generado por el proceso de desafuero contra López Obrador y con negras predicciones respecto a la inestabilidad que esto pudiera generar en México. Es decir, los mexicanos están hablando de esto abiertamente. Pero lo que les molesta es cuando un extranjero -y sobre todo un norteamericano- dice exactamente lo mismo.
Posdata sin justicia. ¿Cuál justicia? se preguntan muchos mexicanos, luego que la Corte Suprema de Justicia decidió que ya había pasado mucho tiempo para juzgar por la matanza de manifestantes en 1971 al ex presidente Luis Echeverría. Este dictamen va en contra de ley internacional que establece que los crímenes contra la humanidad y el genocidio nunca prescriben. O sea, que la justicia a la mexicana es poco justa.