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QUE SIGNIFICA OLLANTA

Ya no debería sorprendernos. Pero cada vez que un país latinoamericano escoge a un presidente de izquierda todo el continente abre los ojos. Ya pasó en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y Venezuela. Y esta semana las miradas están puestas en Perú. (Ya luego le tocará su turno a México y Nicaragua.)

La gran pregunta en Perú es si el líder nacionalista Ollanta Humala podrá remontar la clara ventaja que le lleva en las encuestas el exmandatario, Alan García, para ganar la presidencia este domingo. Los últimos sondeos que vi sugerían que los votos de la excandidata Lourdes Flores (que no pasó a la segunda vuelta) se han ido más con Alan que con Ollanta. Ya veremos.

Pero cualquier cosa que ocurra en Perú, la candidatura de Ollanta es otra señal más de la enorme insatisfacción que se vive en América Latina con sus gobernantes y con los supuestos logros de la democracia y los mercados libres.

Un par de meses atrás estuve en “Lima la fea”, como le dicen los capitalinos, y hace un hoyo en la panza el contraste de las nuevas construcciones en Miraflores, los hoteles para extranjeros y los restaurantes de lujo sobre la costa con el ejército de desempleados y niños que piden limosna en las calles. A pesar de un crecimiento de casi 7 por ciento el año pasado, uno de cada dos peruanos es pobre y las estadísticas oficiales no ponen el cebiche ni un tiradito en la mesa.

De acuerdo con una encuesta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 9 de cada 10 peruanos considera que el sistema democrático “funciona mal por culpa de los políticos”. Ha caído la confianza que había hace dos décadas -cuando la región padecía muchos regímenes autoritarios- de que la democracia vendría a solucionar todos nuestros problemas, desde la disparidad de ingresos hasta la falta de sistemas de salud y educación.

Para todos esta claro que la democracia, para que funcione, tiene que ir mucho mas allá de garantizar elecciones multipartidistas, claras y limpias. Eso no ha ocurrido. Eso se llama decepción democrática.

Los latinoamericanos en general, y los peruanos en particular, se han dado cuenta que la democracia no se come. Por esta decepción democrática, en Perú se han ganado elecciones haciendo campaña contra todo.

Así ganó el autoritario de Alberto Fujimori –quien hace poco fue liberado en Chile- y el impopular de Alejandro Toledo. Y ahora es Ollanta Humala el que se ha erigido como el candidato antisistema.

Ollanta -un exmilitar golpista, mestizo, que se autodefine como “nacionalista” más no izquierdista- tuvo éxito en la primera vuelta de las elecciones encasillando a Lourdes Flores como la “candidata de los ricos” y a Alan García como un mal, egocéntrico e hiperinflacionario recuerdo.

Ya en la campaña por la segunda vuelta Ollanta se enredó. No tuvo una defensa convincente sobre las acusaciones que le hicieron de violación a los derechos humanos –cuando era un militar- y sus vínculos con el polémico e injerencista presidente venezolano, Hugo Chávez, lo convirtieron en un submarino perforado. Además, llegó inexcusablemente 20 minutos tarde al único debate presidencial.

Con tantos errores, Alan le comió el mandado y Ollanta fue obligado a ponerse a la defensiva. Alan, así, se salvó de explicar por qué fue un pésimo gobernante de 1995 a 1990 –la inflación en ese período fue superior al 2,200,000 por ciento- y de justificar su holgada existencia con el bajo salario de un servidor público.

“Escoger entre Alan y Ollanta es como escoger entre el cáncer y el sida”, me dijo una periodista peruana. O como dijo el escritor Mario Vargas Llosa, se trata de decidir por el “mal menor.” Pero independientemente del resultado de las elecciones de este 4 de junio, la aparición del candidato Ollanta tiene una razón de ser: la pobreza de Perú.

Ollanta, en una larga conversación, me explicó así la desesperanza de muchos peruanos: “Pertenezco a una generación de peruanos que nos hemos dado cuenta que nos ha engañado la clase política tradicional…los sistemas políticos han colpasado y la población ha sentido que estas democracias representativas no representan realmente los intereses de los ciudadanos.”

Ollanta, entonces, significa el repudio y la frustración de millones de peruanos con la precaria situación del país en que viven. Y muchos, aunque crean que Alan García tiene más posibilidades de ganar el domingo, votarán igual por Ollanta. Es una forma, la única quizás, de registrar su enojo.

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Presentador de Noticiero Univision desde 1986. Escribe una columna semanal para más de 40 periódicos en los Estados Unidos y Latinoamérica y publica comentarios de radio diarios para la red de Radio Univision. Ramos también acoge Al Punto, el programa semanal de asuntos públicos de Univision que ofrece un análisis de las mejores historias de la semana, y es el conductor del programa Real America, que sale semanalmente en todas las plataformas digitales y que registra millones de visitas. Ramos ha ganado más de ocho premios Emmy y es autor de más de diez libros, el más reciente, 17 Minutos; Entrevista con el Dictador.

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