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¿SE PUDO HABER EVITADO EL 11 DE SEPTIEMBRE?

Son preguntas que chocan, que incomodan, pero que es necesario hacer. ¿Se pudieron haber evitado los actos terroristas que mataron a más de tres mil personas en las torres gemelas de Nueva York y en el Pentágono en Washington? ¿Supieron las distintas agencia de inteligencia de Estados Unidos que se estaba planeando algo y no hicieron nada al respecto? ¿Quiénes se equivocaron? ¿Por qué? ¿Estados Unidos se durmió en sus laureles?

Conforme pasan los meses, todo parece indicar que el gobierno de Estados Unidos sí tuvo, no una, sino varias advertencias de que se estaba preparando un ataque terrorista en su propio territorio. Pero las agencia de inteligencia norteamericanas no supieron qué hacer con esa información. ¿Fue pura incompetencia o simple mala suerte?

Por ejemplo, tres meses antes de los ataques, en junio del 2001, un agente del FBI en Phoenix llamado Kenneth William envió un memorandum a Washington advirtiendo que miembros de la organización terrorista Al Kaeda estaban tomando clases en escuelas de aviación dentro de Estados Unidos. Poco menos de un mes antes de los ataques, el 15 de agosto del 2001, agentes del FBI arrestaron en Minneapolis a un hombre con acento en inglés y que quería aprender a volar aviones boeing 747. Zacarías Moussaoui, de origen francomarroquí, fue arrestado por haber permanecido en el país tras expirar su visa. Moussaoui sería conocido más tarde como el vigésimo terrorista, el que no se pudo subir al avión; los otros 19 sí lograron completar su misión el 11 de septiembre. Pero hay más.

La Agencia Nacional de Seguridad -hay una docena de agencias de inteligencia en Estados Unidos, incluyendo al FBI y a la CIA- interceptó dos conversaciones en árabe el 10 de septiembren que sugerían un grave acto terrorista al día siguiente. “El gran encuentro…a la hora cero”, anunciaban ambos mensajes. ¿Pero saben qué pasó? Que nadie tradujo esos mensajes hasta el 12 de septiembre, es decir, un día después de los ataques. En otras palabras, el gobierno de Estados Unidos sí tuvo varias advertencias -al menos cuatro- sobre posibles actos terroristas. Pero no supo qué hacer con ellas. Y los resultados están a la vista.

Para ser justos, el ambiente previo al 11 de septiembre era de un franco optimismo en Estados Unidos. Pocos pensaban en terrorismo. La burocracia en Washington prefirió los argumentos de Francis Fukuyama de que había llegado el “fin de la historia” con Estados Unidos como ganador y única superpotencia. Los escenarios de una confrontación mayor a nivel mundial, como sugería Samuel Huntington en su famoso artículo sobre el “choque de civilizaciones”, eran vistos como un ejercicio académico y nada más. Bueno, el optimismo era tal que hasta el presidente George W. Bush se fue un mes de vacaciones a su rancho en Texas. Un mes.

Nada parecía urgente ese verano del 2001. Estados Unidos se sentía en control del planeta; no había -creían equivocadamente en la Casa Blanca- enemigos grandes de que preocuparse. Esa actitud de displicencia, seguramente, se transmitió a todos los niveles del gobierno, incluyendo las agencias de inteligencia. Pero en ese mes de agosto, mientras Bush y su equipo vacacionaban, los terroristas del Al Kaeda trabajaban arduamente en los detalles de su plan de destrucción.

Ahora, con el nino ahogado, el presidente Bush trata de tapar el pozo. Pero no todo. Sus propuestas son sólo soluciones a medias. Propone crear un nuevo Departamento o ministerio de Seguridad Nacional que agruparía a unas 20 agencias de otras secretarías. Eso no está mal, aunque es insuficiente.

Si Bush realmente quiere reformar el sistema de seguridad nacional y hacer de Estados Unidos un país más seguro, debería empezar por despedir al Director del FBI, Robert Mueller, y al director de la CIA, George Tenet. Ambos fallaron, gravemente, al no poder detectar el peor ataque terrorista en la historia de Estados Unidos. Resulta inexplicable que ambos, Mueller y Tenet, continúen al frente de dos agencias que no pudieron hacer bien su trabajo y que requieren una urgente renovación. Desde arriba.

Es muy difícil que los norteamericanos y quienes vivimos en Estados Unidos nos podamos sentir seguros cuando siguen en sus puestos quienes se equivocaron de una forma tan garrafal al interpretar las advertencias que tuvieron antes del 11 de septiembre.

Para que las reformas que propone Bush tengan credibilidad se necesita un nuevo liderazgo en los servicios de inteligencia de Estados Unidos.

La guerra contra el terrorismo es cuesta arriba, particularmente cuando la idea de suicidarse para convertirse en martir gana terreno entre los fundamentalistas musulmanes.

Pero lo que sorprende y molesta ahora es que sí hubo bastante informacion antes de los actos terrorisas. Por eso es urgente una investigacion independiente al respecto. Y por eso, también, es legítimo preguntarse: ¿se pudo haber evitado el 11 de septiembre?

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