Es el gran misterio. Nadie sabe exactamente qué factor decidirá la próxima elección presidencial aquí en Estados Unidos. Los candidatos se gastan millones de dólares en encuestas, estudios y asesores pero, al final de cuentas, tampoco saben. Por eso esta elección es tan interesante.
Hay cinco elementros que serán determinantes. Vamos a ver uno por uno.
Sexo. A pesar de su modernidad, recursos y leyes que defienden la igualdad, Estados Unidos nunca ha escogido a una mujer para la Casa Blanca. Países como Argentina, Chile, Nicaragua y Panamá han dejado a un lado el machismo continental y se le han adelantado. Estados Unidos aún tiene mucho por avanzar. Sus mujeres ganan, en promedio, menos que los hombres por el mismo trabajo. Y su acceso al frente de las grandes corporaciones del país es limitado.
La pregunta es si Hillary Clinton, la precandidata del partido demócrata, podría vencer a la hora de la votación esos prejuicios de género que todavía arrastra el país más poderoso del mundo. Hillary dice que el verdadero cambio sería elegir a una mujer a la presidencia. Cierto. Lo que no esta claro es si ese es el mayor cambio que quiere Estados Unidos en este momento.
Raza. Barack Obama, el otro precandidato demócrata, no suele enfatizar en sus discursos que es afroamericano. Prefiere que los votantes escuchen sus ideas sobre cambio, unidad y visión para el futuro. Pero la realidad es que Estados Unidos nunca ha escogido a un hombre de su raza como presidente; ni siquiera como candidato a la vicepresidencia. Nunca.
Tras décadas de esclavitud, seguidas por décadas de segregación racial, seguidas por décadas de discriminación, aún está por verse si la mayoría de los votantes pueden y quieren ver más allá del color de la piel de sus candidatos. Esa es la apuesta de Obama.
Edad. El senador republicano, John McCain, tiene un reto distinto. Tiene 71 años. Y en una campaña que ha enfatizado el “cambio” sobre la “experiencia”, McCain está obligado a demostrar que su edad no es un obstáculo para cambiar el rumbo del país.
“Soy el único que dijo que había que abandonar la estrategia equivocada (en Irak) y adoptar una nueva”, me comentó McCain en una entrevista. “Soy el que tiene la confianza de los hombres y mujeres del ejército norteamericano.”
exprisionero de guerra que enfatiza su “experiencia y conocimiento” es el que escogen los norteamericanos en un momento de transición política.
Guerra. A pesar de que el aumento de tropas norteamericanas ha reducido los altísimos niveles de violencia en Irak, la mayoría de los estadounidenses sigue pensando, según las encuestas, que hay que salirse de ahí. Ya. Esto entrenta a los precandidatos Demócratas –que apoyan el retiro de tropas- y a los Republicanos –que se oponen.
Un centro de investigación (Center for Public Integrity) acaba de publicar un estudio que asegura que el presidente Bush y sus más altos funcionarios dieron 935 declaraciones falsas o equivocadas sobre los supuestos peligros de Irak antes de la guerra. Pero las verdaderas razones por las que comenzó la guerra es un debate académico. Lo que hoy se debate es cuándo, cómo y bajo qué circunstancias se debe salir de Irak.
Por mucho tiempo se pensó que el tema de Irak definiría esta elección. Pero poco a poco ha pasado a segundo plano.
Dinero. Mas allá de los problemas con los 12 millones de indocumentados, la mala situación económica de Estados Unidos –amenazado por una recesión, inflación, desempleo y el espectro de millones de personas perdiendo sus casas- ha dominado las campañas presidenciales en las últimas semanas. Basta decir que el paquete de emergencia que propuso Bush para reavivar la economía -150 mil millones de dólares- es equivalente a lo que Estados Unidos se gasta cada año en Irak.
Como dice un popular anuncio de colchones, “aquí lo que importa es el cash”. Y cuando el cash falta, los candidatos brincan y no parece haber nada más importante.
Conclusión. Al final de cuentas, no creo que sea un solo elemento el que determine la lucha por la presidencia de Estados Unidos. Será una combinación de asuntos, aunada a la personalidad de los candidatos.
Pero el entusiasmo que percibo en Estados Unidos surge por la convicción de que la presidencia de Bush llega a su fin y de que cualquier opción política –Republicana o Demócrata- será mejor de la que tenemos actualmente.