Hay dos cosas que nunca he entendido de Daniel Ortega. Una es por qué se quiere parecer al tirano que luchó tanto por derrocar (Anastasio Somoza). La otra es por qué vive en una casa que no es suya.
NICARAGUA DESPIERTA

Hay dos cosas que nunca he entendido de Daniel Ortega. Una es por qué se quiere parecer al tirano que luchó tanto por derrocar (Anastasio Somoza). La otra es por qué vive en una casa que no es suya.
¿En qué momento nos acostumbramos a que tres estudiantes sean diluidos en ácido? ¿Qué día dejamos de buscar a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa?
¿Desde cuándo es normal que sean asesinadas más de 100 mil personas en un sexenio? ¿Por qué no pasa nada en México?
Aquí hay una propuesta para combatir la corrupción en México. No es perfecta ni acabaría con el encarcelamiento de todos …
No sé si han visto el cartucho de una bomba lacrimógena. Es del largo de dos manos juntas, metálico y comienza en una punta. Tiene cerca de dos centímetros de diámetro. La policía los suele tirar a un lugar vacío para esparcir el gas y ahuyentar a manifestantes. Bueno, uno de esos cartuchos fue disparado a corta distancia al pecho de Juan Pablo Pernalete en Caracas, Venezuela.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, estaba muy frustrado. Aparentemente nada de lo que hace es aplaudido o reconocido. Se acababa de dar el crédito por el arresto de dos gobernadores que estaban prófugos y, aún así, las redes sociales estaban llenas de sospechas, memes y críticas. Pero el problema es que Peña Nieto no entiende que no entiende.
Miami. Muy cerca de aquí, en un cuarto piso, huele a corrupción. Otra vez se refuerza la percepción de que la familia presidencial mexicana se beneficia de su posición. La historia se repite. Y todo comenzó con reporteros haciendo su trabajo.
Los dictadores -y sus imitadores, los dictadorzuelos- nunca dejan el poder por las buenas. Es preciso sacarlos. Pero hay maneras de sacarlos.
¿Cómo se le enseña a caminar a un pescado? Es, desde luego, algo imposible; no está en su naturaleza.
“En México la suspicacia y la desconfianza son enfermedades colectivas.” Octavio Paz.
Veo en la pantalla de televisión a la hija de la activista hondureña Berta Cáceres y no lo puedo creer.