Por Jorge Ramos Avalos y Paola Ramos Montaner
6 de Septiembre de 1999
Miami.
Creo que éste verano, tanto mi hija Paola, de doce años de edad, como yo –un padre cuarentón que aun se rehúsa a dejar de jugar futbol los fines de semana- hemos aprendido mucho: ella de los adultos, yo de los adolescentes. Así que llegamos a un acuerdo; cada uno iba a escribir sobre el otro. Y aquí está.
La idea nació cuando mi hija me preguntó: “Papá ¿alguna vez has ido a una discoteca?”. Era obvio que ella me percibía de otra época –”de otra modernidad”, como dice ella- igual como yo veía a mi padre cuando tenía su edad. La distancia estaba ahí.
Al subirnos al auto empecé a perder la batalla por la radio. Me reemplazaron a Sting, Serrat y Pancho Céspedes por Backstreet Boys, N’sync y Jennifer López. Ella escoge las películas que vemos -The Blair Witch Project, fue la última- y ahora hay cosas de las que Paola preferiría no hablar, como drogas, chicos y sexo. Mi plan de ser padre, amigo, confidente y compañero de aventuras comenzó a fracturarse.
Algunos de mis amigos piensan que ella aun es muy joven para que sepa sobre condones y relaciones sexuales, pero si no lo hago yo o su madre lo harán sus amigas. Prefiero pecar de exagerado (y de pesado). Cuando era joven, la única plática de educación sexual que recibí de mi padre duró cuatro minutos o menos, es decir, el trayecto entre nuestra casa y un centro comercial en México. Me dijo algo así como: “Si alguna vez tienes ganas de estar con una mujer, avísame y yo te ayudo”. No me acuerdo de nada mas. Con Paola, ya pasamos de los cuatro minutos y mantenemos, aun, viva la conversación.
Drogas es otro de los temas difíciles. Este verano Paola me preguntó si yo había fumado cigarros de adolescente y le tuve que decir que sí; fue sólo una vez y casi me ahogo al tragar todo el humo del tabaco. Pero lo que mas le sorprendió a ella es que nunca le hubiera contado eso a mi mamá. (Perdón jechu, ahora ya lo sabes).
Desde luego, mas que los cigarrillos, me preocupan las drogas. No quiero que sea una de los 6,488 niños en Estados Unidos que cada día prueba mariguana por primera vez o de los 1,786 menores de edad que, diariamente, se inauguran con la cocaína. Y la única forma de tratar de evitar ese riesgo es hablarlo, directamente, pero sin que sienta que le estoy dando un discurso o que dudo de ella.
Este verano escuché, mucho. Por ejemplo, aprendí de los “anarcas” –jóvenes españoles a quienes “no les gusta tener jefe” y que se visten siempre de negro-, de Leonardo di Caprio, de como el e-mail y el teléfono a veces reemplazan a los padres, de las inseguridades que surgen por tener cuerpo de mujer y mente de adolescente, de los besos furtivos que se dan los estudiantes en los pasillos de las escuelas cuando los maestros no están viendo…de lo ingenuo e infantil que yo era cuando tenía doce años.
Una tarde Paola me preguntó si no me “aburría de hacer siempre lo mismo”. En general yo creía que, como periodista, tenía uno de los trabajos mas interesantes del mundo y con ese comentario, mi hija me obligó a repensar mis rutinas y mis planes. Y una noche -cuando ella estaba llena de energía y yo sólo pensaba en cama- me dijo: “me parece que eres adicto a dormirte temprano”. Ella, vampiro profesional, considera una debilidad personal el dormirse antes de la una de la mañana.
Cuando veo los éxitos de Paola –que pasó de maravilla sus cursos, que la seleccionaron en el equipo de basquetbol, que cuida de sus hermanos como la mejor, que es una buena persona…- me inflo de orgullo como cualquier padre. La adoro, es cierto. Pero hay algo mas. Me parece que está aprendiendo a vivir la vida mejor que yo; la siento mas libre, vibra con una intensidad inusitada y tiene menos miedos que su padre y su abuelo paterno. Creo que va por buen camino…sólo me preocupa quedarme atrás.
UN VERANO CON PAPA
Yo voy notando poco a poco que voy cambiando. No era como antes, toda mi vida estaba controlada por mis padres. En éste verano he conocido a fondo a mi papá: el tipo de música que le gusta, su adolescencia, sus escapadas de casa……
Serrat, Pancho Céspedes y Sting es el tipo de música que a mi papá le gusta. No se si puedo decir que esa música está pasada de moda porque esa es una de las diferencias que tenemos yo y mi padre. Como él ha mencionado en su artículo, yo soy la que domino la radio del coche.Ya es hora que mi padre vea lo que está de moda y lo que no. Me imagino que ya habrá aprendido la lección. No estoy diciendo que mi papá no sea moderno; una de las cosas que se le da genial a mi padre es bailar en el coche. Cuando estoy triste o enfadada me hace reír con sus movimientos raros que hace bailando.
“Buenas noches vampirito” dice mi papá a las 10:00 de la noche. ¿Pero qué es esto? me pregunto; porque tan pronto. A partir de las 10:00 es cuando el aburrimiento me posee .Imagínense estar sola en la planta de abajo con ningún ruido, solo yo viendo la tele; hay veces que me aburro tanto que empiezo a mirar al techo. Me aburro muchísimo por la noche. Como me gustaría que mi papá fuese vampiro como yo. Debo admitir que ayer por primera vez mi papá se quedó viendo la tele conmigo hasta las 11:35. Podía ver el esfuerzo que hacía por quedarse despierto viendo un programa que a mí me gustaba: The Wonder Years. Te felicito por tu esfuerzo papi.
Con mi papá no se puede estar bromeando con los deportes porque te gana sin ningún problema. A mí me encanta el basquetbol y soy una muy buena jugadora y estoy en un equipo femenino de basquet que representa a Madrid y a España. Pero aunque sea yo todo esto mi papá me gana, no por mucho pero él es el Micheal Jordan y yo estoy en camino para serlo. Tenis, futbol y pin-pong son también los deportes en que me gana, pero la velocidad de100 o 200 metros me encanta, tanto que éste verano he conseguido empatar con él. WOW.
Los adultos son simplemente aquellos que hayan formado una vida, una vida que no cambiara nunca, que tendrán siempre el mismo horario. Los adultos son todos ellos que no paran de mandar a los niños a que se porten bien, que no hagan esto o eso…y si algún joven hace algo mal, lo primero que hacen los adultos es regañar en vez de pensar en su juventud y decir “yo también hice eso, mejor no la regaño”.
Nosotros los jóvenes siempre intentamos pasárnoslo bien, intentar sacar unas buenas notas porque sino ya sabemos lo que nos espera. Estamos en el teléfono la mayor parte del tiempo, pero siempre hay una voz que te interrumpe diciendo “basta de llamadas” o “despertarás a tu hermano”.
Antes de terminar éste articulo le quiero decir a mi papá que es un fabuloso padre y que no se está quedando atrás. Te quiero papá.